YO ME SALVO, TU TE CALLAS Y ELLOS SE QUEDAN

Los cambios dispuestos por la Presidente en la Secretaría de Informaciones y la designación en ella de Oscar Parrili muestran la preocupación por el futuro.

¿A qué le teme Cristina?, ¿a los disturbios de diciembre y a la posibilidad que la central de inteligencia no esté manejando datos adecuados?.

¿A los cálculos preelectorales que históricamente la SIDE comenzaba a manejar, con encuestas diarias, aproximadamente un año antes de los comicios?.

¿A las filtraciones que pudiesen poner esos datos en manos de los adversarios?.

¿A la creciente presión internacional por el problema del narcotráfico y el notorio fracaso de los espías para contenerlo?.

Nada de eso, la cuestión que lleva a colocar a Oscar Parrili en el lugar que hasta hoy ocupaba Icazuriaga tiene que ver con asuntos mucho más pequeños,casi domésticos y que tienen que ver con lo único que preocupa desde siempre a la mandataria: abroquelar el poder interno y asegurarse un retiro tranquilo.

Cristina sabe que es en el área de inteligencia donde se acopia mayor cantidad de pruebas de los negociados del poder. Siempre ha sido así y siempre lo será -aquí y en cualquier lugar del mundo- porque los encargados de espiar saben que en ello reside su propia impunidad futura, frente a la llegada de un gobierno que quisiese investigar en serio la corrupción, el financiamiento «por izquierda» que se maneja con fondos reservados del área y las relaciones del poder con el narcotráfico.

Estos tres puntos, notorios durante la década kirchnerista y desmadrados hasta la obscenidad, preocupan a la jefa de estado en una medida suficiente como para enviar al fiel Parrili a destruir todo el material sensible que hoy se encuentra en el área.

Se lanza ahora una feroz carrera entre elgobierno y la justicia. Si bien el material de inteligencia puede ser resguardado por el estado en función del concepto de Seguridad Nacional, dificilmente la Corte avale que le sea negado a un juzgado el envío de documentación vinculada a casos de corrupción.

Recuerde el lector que a partir de esta decisión presidencial se disparará, en no menos de dos meses, el más serio conflicto de poderes que la Argentina haya vivido desde el retorno de la democracia.

En las cercanía de los tres poderes todos saben que es lo que se busca y no son muchos los que están dispuestos a inmolarse en la alocada carrera de Cristina por buscar la impunidad a cualquier precio.

«Seguridad» interna

El otro aspecto que explica el enroque tiene que ver con la reiterada negativa de Icazuriaga a implementa un proyecto, justamente desarrollado por su flamante sucesor, que tiene que ver con el espionaje de figuras públicas de la oposición y del empresariado.

Parrili sostiene desde hace tiempo que la alianza entre grupos políticos opositores  y sectores del poder económico tiene el objetivo inocultable de generar una situación de caos que haga imposible que Cristina maneje la coyuntura hasta el fin de su mandato.

Pero lo que seguramente es más delicado es que el viejo colaborador de los Kirchner no ve detrás de esa alianza a Massa a Macri o a dirigentes del radicalismo. Para él quien está conspirando no es otro que el propio Daniel Scioli quien, según su paranoica mirada, ha cerrado un acuerdo con Magnetto y el Grupo Clarín para emerger en su momento como el salvador de la situación.

A partir de esta visión Parrili le dijo a Cristina que «hay que controlarlos a todos»…y la mandataria entendió enseguida.

Es esperable entonces que los famosos «carpetazos» tratando de domesticar a los rebeldes ocupen el centro de la escena y se multiplique a partir de ahora.

«Muchos de los que quieren abandonar el barco tienen la cola demasiado sucia y se han hecho ricos con nosotros», dicen en los principales despachos de Balcarce 50.

Y se disponen a no dejar que «se olviden»