La muerte de Federico García Lorca pudo ser una venganza familiar

¿Federico fue fusilado por «rojo y homosexual?, ¿o su muerte fue parte de una siniestra trama familiar?. Una nueva teoría sobre su muerte apasiona a toda España.

En su obra cumbre «La Casa de Bernarda Alba» el escritor puede haber contado en forma encriptada una historia de familia que aún sin saberlo terminaría muchas décadas después convirtiéndose en eslabón de la investigación de su propia muerte.

En la obra destacan rasgos de la ‘España profunda’ de principios del siglo XX caracterizada por una sociedad tradicional muy violenta en la que el papel que la mujer juega es secundario. Otros rasgos destacados son el fanatismo religioso y el miedo a descubrir la intimidad.

Lorca es más que un simple escritor, es también un mito errante presente de un lado y otro del Atlántico. Su secuestro en la cúspide de su carrera -el 18 de agosto de 1936- y su ejecución dieron lugar a innumerables teorías.

Una sostiene que su padre y sus hermanos lograron dar con el cuerpo, hoy enterrado en su casa de veraneo, en la Huerta de San Vicente, en Granada; otra argumenta que Enrique Amorim, amante de Lorca, pudo llevar sus restos a Salto, Uruguay.

«El poeta de España», popular por antonomasia, homosexual y, supuestamente, de izquierda era un símbolo opuesto y oscuro a los valores que proponían los falangistas, quienes habían sido hasta este momento, hasta la teoría de Miguel Caballero, los únicos autores intelectuales y materiales del crimen.

Sin embargo, la hipótesis de este historiador, en la que algunos miembros de la familia Lorca estarían implicados en su muerte y en la que se destierra el ingrediente político, es la que impulsó la investigación más seria hasta el momento para dar con sus restos. Esta teoría sostiene que, en gran medida, el crecimiento económico del padre de Lorca, Federico García Rodríguez, se habría producido en detrimento de una rama de su propia familia, quienes como represalia ejecutan a su hijo más preciado.

«Es un arqueólogo del siglo XXI», coincide con admiración el equipo al calificar a Javier Navarro Chueca, director de este proyecto e impulsor junto con Caballero de esta tarea que tiene en vilo a lectores del poeta español en todo el mundo.

El epíteto parte de su maestría no sólo para comandar dispositivos tecnológicos, sino para coordinar equipos de distintas áreas y poder, a través de estos resultados tan precisos, obtener una interpretación que no deje lugar a la duda. Navarro Chueca, que es además licenciado en Letras y condujo más de 150 intervenciones arqueológicas, expresa un gran optimismo con este proyecto que aguarda obtener su subvención y que cuida que no sea utilizado como herramienta política.

Miguel Caballero conduce su auto desde Granada hasta el Instituto de Estudios Históricos en Alcorcón, en las afueras de Madrid. Allí, en el auditorio del Centro Cultural Buero Vallejo, relata el resultado de una larga y compleja investigación. Ni una tos inoportuna interrumpe aquel racconto que luego dará lugar a innumerables preguntas de un auditorio fascinado con esta nueva teoría. «Decir que a Lorca lo matan por homosexual y rojo es una simplificación. Las verdaderas razones de su muerte hay que buscarlas en su propia familia, en la Vega de Granada».

Las trece últimas horas en la vida de García Lorca es el trabajo de Caballero que ha impulsado la iniciativa para encontrar el lugar donde fue asesinado el escritor y reconstruye el tiempo desde que fue detenido en la casa de los hermanos Rosales hasta su muerte.

Caballero partió de una investigación inconclusa del periodista Emilio Molina Fajardo, falangista, director del diario Patria, de Granada, quien buscaba los motivos verdaderos del fusilamiento de Lorca. «Aportó datos importantes, ya que pudo tener acceso al jefe militar de la zona y a los propios ejecutores», asegura el historiador.

Otro testimonio importante fue el recogido por el propio Navarro Chueca, quien obtuvo en la última excavación a fines de 2014, en un área muy cercana -apenas 50 metros- donde planea volver a trabajar, la declaración del general Fernando Nestares, a quien, en 1977, le señalaron el lugar donde estaban ubicadas tres fosas, una de ellas con cuatro cuerpos.

Una historia de odio familiar

El trabajo de Caballero buscó comprender los motivos que condujeron a la ejecución de Lorca y para eso investigó la arquitectura de su familia desde el siglo XIX.

Por entonces, la Vega de Granada estaba en manos de una aristocracia que vivía en Madrid y que cae en la ruina a comienzos del siglo XX. Esas tierras son adquiridas por una burguesía emergente de Granada, donde estaban el padre de Lorca y otros parientes, entre ellos los Roldán y los Alba. «Van comprando las tierras de modo colectivo, a través de sociedades.

Estos campos adquieren mucho valor cuando se implanta el cultivo de la remolacha azucarera y Granada se convierte en una de las provincias más ricas de España, con 21 ingenios. El padre de Lorca participa como accionista de varias fábricas.

La rencilla aparece cuando estos pequeños burgueses agrícolas quieren dividir las tierras. No todas tienen la misma sombra ni agua y ahí aparece el primer encontronazo entre los Roldán, los Lorca y los Alba. Es una misma familia, en realidad. Son endogámicos: se casaban entre sí para mantener las tierras», asegura.

Para la tragedia rural que escribe y que el mundo entero conoce, La casa de Bernarda Alba, Lorca utiliza personajes que existieron con una licencia poética que disgustó a los familiares de Francisca Alba Sierra, la mujer de carne y hueso que inspiró a la tiránica mujer del título. Caballero, quien tuvo acceso a los documentos vinculados con Alba Sierra, asegura que no fue tan déspota como retrata en la obra y que además Pepe el Romano, que jamás aparece en escena en esta pieza, no era ese mujeriego que pinta el texto.

Una casa de los Lorca, la Huerta de San Vicente, fue asaltada el 9 de agosto de 1936 por unos primos del artista, de apellido Roldán, que habían conspirado contra la República. Caballero precisa que en la detención y ejecución del escritor estuvieron implicados sus familiares. Antonio Benavides, sobrino-nieto de la primera mujer del padre de Lorca, pasará a la historia como el hombre que ejecutó a Lorca de un disparo en la cabeza.