Argentina ya piensa su economía para el próximo siglo

Por Fernando V. AlfonsoEl Gobierno argentino lanzó, y con éxito, un bono con un plazo más que llamativo: 100 años. O sea que el título será reembolsable en 2117.

Fernando Alfonso

La medida nos llenó de sorpresa e inquietud, porque no estamos acostumbrados a imaginarnos en esa fecha. Juan Carlos de Pablo publicó esta semana en La Nación un artículo que enuncia: ¿Porqué no un bono a 10.000 años?…

Lo llamativo, fué el éxito de la colocación de esta «aventura», ya que el gobierno obtuvo sin despeinarse u$s 2.700 millones, cuando la demanda del papel fue en realidad por 9.700 millones. Parecen estar locos los inversores, pero no es tan así.

La tasa implícita en el bono es astronómica para estos tiempos: 7,5 % en dólares. Si bien nadie en su sano juicio podría pensar en esperar hasta 2117 para recuperar su imposición, el negocio debe analizarse de otra manera.

Con una tasa del 7,5% anual, el comprador del título puede recuperar su inversión original en 12 años. Para ello no tiene más que esperar y vender el papel. Si él o sus descendientes quieren repetir la jugarreta, en el 2117 obtendrían ocho veces su aporte. ¡Nada mal!.

El Ministro de Finanzas Públicas de Argentina, Luis Caputo, defendió su extravagancia, con el obvio argumento de transmitir al resto del mundo la certeza de que el nuestro es una país serio y previsible… Por si acaso, legisladores de la oposición denunciaron penalmente al aludido, por abuso de autoridad y delitos conexos. Todo muy previsible…

Lo que subyace en la extraña medida financiera, es mucho más serio y debiera preocuparnos: el financiamiento del Estado no con impuestos o emisión monetaria, sino con crédito externo, porque esto último incrementará la deuda pública peligrosamente. Definitivamente es un recurso de recorrido corto, que no solucionará nada a largo plazo, y puede llevarnos a otro de nuestros célebres defaults.

Invito a mis abnegados lectores, a reflexionar sobre: ¿Porqué los argentinos siempre estamos pendientes de los inventos que buscan dejarnos inmunes, de los desaguisados que se producen a partir de querer reparar los problemas que generan los reiterados desmanejos en el gasto público?. Todos deberíamos tener en claro el daño que nos produce esta «estatización» de los errores de gestión.

Dedico esta columna, a la memoria del Ex Canciller alemán Helmut Kohl.