Arroyo patea el tablero: ¿los radicales quedan fuera del gabinete?

Por Adrián FreijoEl intendente trata de digerir por estas horas el fracaso de su intento por echar a Sáenz Saralegui. Y en ese esfuerzo señala a los radicales como culpables de todos sus males.

«Voy a armar un gabinete con los propios y vamos a encarar lo que queda de gestión trabajando a nuestro estilo» dice por estas horas Carlos Arroyo a quien quiera escucharlo.

Encerrado en su despacho, ensimismado en sus cuitas y por primera vez aceptando que todo tambalea a su alrededor, el jefe comunal impreca al cielo cada vez que le nombran a sus «socios» de la UCR.

También acepta que Hernán Mourelle, a quien sigue reconociéndole «haber puesto las cuentas en orden», se colocó solo en un punto de no retorno y ya no confía demasiado en que el Secretario cumpla con su milésima promesa de mantener silencio. Arroyo siente que entregar su cabeza es un síntoma de debilidad pero sabe que insistir por el actual camino cierra toda posibilidad de avanzar en la necesidad de tranquilizar el frente interno.

Las horas de Alejandro Vicente están contadas y lo acompañarían por la puerta de salida todos los radicales que, aún en puestos de segunda línea, hoy se mantienen en el gabinete. «Llega el tiempo de los duros» dicen, entre divertidos y expectantes, algunos de los que se preparan para el éxodo. Aunque no pueden disimular cierto alivio, convencidos de lo difícil que va a resultar para el jefe comunal remontar una cuesta que sus errores ayudaron a empinar demasiado.

Claro que al momento de poner nombre a quienes se integrarán a esta verdadera Armada Brancaleone que Zorro Uno imagina en su febril cacumen, las cosas no aparecen tan claras.

En las últimas horas dejó trascender que ofrecería a Emiliano Giri, que ha vuelto a ser el «dueño» de la gestión, la secretaría que dejaría vacante Vicente y al abogado Andrés Barbieri el área Legal y Técnica tras el anunciado desplazamiento de su colega Gil de Muro. La jugada serviría además para retirar la postulación del cuestionado funcionario para la presidencia de OSSE, algo que pese a sus esfuerzos y conversaciones con los concejales aún hoy parece no reunir los apoyos necesarios.

Barbieri ha sido señalado como el cerebro detrás de la múltiple judicialización de conflictos que ha jalonado la gestión desde su inicio, aunque ya parecería tiempo de que el hombre diese un paso al frente y se involucrase en la gestión política.

«Yo doy mi opinión como abogado» suele afirmar Barbieri, «las decisiones políticas no pasan por mis manos» repite.

Otra versión que tomaba fuerza en los pasillos del municipio era la del fortalecimiento de la figura de Patricia Léniz quien seguiría integrando el gabinete pero con una mayor exposición pública que la que ha tenido hasta el momento. Y hasta se especulaba con la posibilidad de que el hijo del intendente tomase licencia en su banca y pasase a integrar el Ejecutivo hasta el fin de la gestión actual.

Pero si bien la figura de Guillermo Arroyo ha quedado muy desgastada como negociador y vocero del oficialismo en el cuerpo deliberativo, el propio interesado no parece tener muchas ganas de pegar el salto a un lugar de exposición que poco tiene que ver con sus modos y con la crítica visión que tiene acerca de la actividad política.

El futuro del EMTUR, con una Gabriela Magnoler cada vez más cuestionada por sus acciones u omisiones, tampoco parece estar demasiado resuelto. Aunque en las cercanía del intendente se acepta que éste ya no acepta las explicaciones que la funcionaria esgrime con cada escándalo o denuncia. El papelón de los Estrellas de Mar y lo ocurrido con el affaire Rancho Móvil parecen ser las gotas que rebalsaron el vaso. 

¿Quién se haría cargo?…solo se sabe que seguiría siendo alguien designado por el propio Giri.

«No tengo a nadie que sepa ver los conflictos antes de que ocurran y siento que todos a mi alrededor juegan sus propios intereses y no se preocupan por el destino de la gestión» se lamentaba Arroyo en las últimas horas.

Mientras tanto, en soledad y jaqueado por sus dudas, se prepara a rearmar su gabinete ya sin socios molestos y con una clara señal de que jugará sus últimas cartas rodeado por los mismos que lo ayudaron a llegar hasta aquí. Tal vez subestimando una realidad que nada tiene que ver con aquel momento tan especial de 2015, cuando lo que estaba en juego en el espíritu de la ciudadanía era una opción más cercana a lo que no se quería que continuase que a mirar con atención que era lo que venía.

O quizás buscando dejar un mensaje rupturista que llegue claro a la gobernadora de la provincia que, ni lerda ni perezosa, mueve sus piezas intentando poner a Maxi Abad -no casualmente una figura del radicalismo- en el centro de la escena política.

Pero Carlos Fernando Arroyo es un especialista en moldear la realidad a su antojo y esta vez no tendría por que ser distinto.

Así le va….