Berni y la Bonaerense: provocación fríamente calculada

RedacciónA sus declaraciones  afirmando que sacaría a los tiros a quien tomase una comisaría, le suma ahora el incumplimiento de uno de los puntos acordados en la última protesta.

¿Qué sentido tiene salir a provocar a una fuerza que hoy se encuentra en estado de deliberación y considera que no se han cumplido la mayoría de los compromisos sumidos en ocasión de negociar el levantamiento de la última gran protesta organizada por sus efectivos?.

Sergio Berni comenzó la escalada afirmando que iba a «sacar a los tiros» a cualquier efectivo que se atreviese a tomar una comisaría (Ver: La Bonaerense: Berni juega con fuego y va a terminar quemándose) para continuar esta semana cuando todo el Personal Policial que participó de los reclamos, recibió notificaciones en sus domicilios y por distintos medios,  donde se les informaba que se había creado un sumario administrativo y, además, la existencia de una causa penal que se lleva adelante en la Fiscalía 1 de San Isidro.

Nadie puede suponer que el singular funcionario esté actuando por las suyas y sin el conocimiento y anuencia de su jefe el gobernador Axel Kicillof. Debe concluirse entonces que detrás de la provocación existe una porque y una estrategia.

Y es ahí donde vale la pena mirar los movimientos de Berni en las últimas horas. A los intendentes bonaerenses les propuso un extenso encuentro, que dure casi todo el día, para profundizar la situación de cada municipio de la Provincia y así poder avanzar en un plan específico que se ajuste a las necesidades individuales.

En buen romance, entregar el manejo de las estrategias a cada distrito y de esa forma compartimentar a la fuerza, cristalizarla y debilitar su capacidad de tomar decisiones en conjunto. Algo que los observadores sospechan que no es otra cosa que una consecuencia de la interna oficialista y de la necesidad de ceder ante los jefes comunales para acomodar las listas de cara a los comicios de este año. Y el manejo de la policía es algo que los «caciques» vienen reclamando desde hace tiempo.

Pero claro, para utilizarla como carta de intercambio es imprescindible disciplinarla con anterioridad. Y aquí es donde la estrategia de Berni, fogoneada desde el Instituto Patria y cuestionada por el propio gobernador, se convierte en un arma de doble filo que puede herir de muerte a quien pretende esgrimirla. La cohesión en La Bonaerense ha crecido en el último tiempo y aquellos belicosos de setiembre no están solos y hoy comienzan a recibir el apoyo de aquellos que por entonces consideraban que la protesta y sus formas -sobre todo la llevada adelante a las puertas de la residencia presidencial- era exagerada.

«Habla de depuración y unificación y en realidad busca sancionar a los disidentes y debilitar la conducción profesional de la fuerza; culpa a la oposición por las protestas que se vienen pero les toca el c… a los efectivos y los provoca a salir a la calle» decía esta mañana un jefe policial que integra un grupo por ahora pequeño de oficiales superiores que están dispuestos a pedir su pase a retiro si la escalada contra sus subordinados. «Me parece que juega con fuego», concluía.

Todo es entonces parte de un juego político que se lleva adelante en medio de una cinchada cuyo resultado es hoy imprevisible. Berni juega su juego político y la fuerza sabe que ceder a las amenazas, las presiones y las bravuconadas -y aceptar además que no se cumplan los acuerdos conseguidos anteriormente- puede representar lisa y llanamente el desmembramiento de la fuerza.

Que dejaría de ser poderosa y unificada para convertirse en un cúmulo de policías municipales, dependiente de los intendentes, sus miradas y porque no…sus negocios.

Y para ello es fundamental descabezarla de todo liderazgo.