Boca sufrió una derrota humillante en La Bombonera

Boca cayó contra un equipo humilde, trabajador e inteligente que no olvidó en ningún momento lo que es la esencia del fútbol de hoy: utilizar al máximo sus posibilidades.

Se terminó el romance de los voluntaristas con el «nuevo»  Este equipo de Arruabarrena es tan pobre como el de Bianchi y tiene las mismas fragilidades del equipo anterior.

¿Porqué?, porque los jugadores son los mismos y la mediocridad de sus talentos quedan cada vez más en evidencia.

Tal vez el Vasco sea el menos responsable de este presente «media tabla» del otrora multicampeón. No fue por cierto el que eligió a estos jugadores y  deberá lidiar con ello por lo menos hasta el final de este tiempo de transición.

Pero no es menos real que ni al equipo ni al técnico se le cae una idean acerca de como resolver este presente digno de un «equipito» que Bianchi y su hijo -comprando gente de una medianía aterradora- le dejaron a un club que supo ser grande pero que hoy deambula sin dirigencia, sin jugadores y sin pasión tiene un sólo objetivo que lo marca de cuerpo entero: ser el único que nunca descendió.

La Bombonera, otrora bastión inexpugnable para cualquiera que viniese a jugar en ella, se ha convertido en una cancha de casi seguros dos puntos para el visitante. Y eso indica a las claras el momento que padece el equipo azul y oro.

Capiatá jugó tranquilo y sabiendo que futbolísticamente era mucho menos que el local planteó el partido aprovechando las debilidades anímicas de Boca.

Porque si algo quedó demostrado es que en la cancha hubo dos equipos: uno de estrellas sin alma y otro con un corazón inmenso por arriba de sus posibilidades.

Y aunque en Paraguay la historia sea otra -este Capiatá es demasiado pobre como para creer que es imposible dar vuelta el resultado- esta humillación en la Boca quedará viva por mucho tiempo y acompañará a una institución que hoy se conforma con un Presidente confeso hincha de Huracán, un «ídolo» que sueña con el fracaso del equipo para alargar su decadencia y un grupo de jugadores que sólo piensan en lograr alguna transferencia que los salve económicamente.

Todas las características…de un equipo chico y desesperado.