CAPITANICH: LA CARA DEL CINISMO OFICIAL

La conferencia de prensa que esta mañana diese el jefe de Gabinete se inscribe seguramente en los hitos más bochornosos de la historia institucional argentina.

Jorge Capitanich es el ejemplo más acabado de la prostibularia política argentina.

Representante de uno de los tantos feudos del interior, donde la continuidad del lo peor del conservadorismo que hizo en los 40 alianza con Perón como única alternativa para ganar en las provincias al radicalismo, el chaqueño fue criado y preparado en el concepto de que «el pueblo» es un grupo de descerebrados a los que puede decírsele cualquier cosa sin que entienda nada.

Y como aquellos viejos conservadores, Capitanich le da a la vida el escaso valor de «un tenedor de documento habilitante para votar» y por eso le resulta imposible comprender cuestiones como libertad, seguridad, dignidad y por supuesto derecho a la verdad.

Amante de las medias palabras, como representante que es de las medias morales, no duda sin embargo en acumularlas hábilmente para terminar diciendo mucho sin decir nada. Aferrado a las muletillas grandilocuentes, algo habitual en la política provinciana, descuenta que la verba será suficiente para confundir a la población, aunque todo indique que cada vez le resulta más difícil.

Y aunque parezca extraño, los argentinos tenemos que agradecer día a día la presencia de este personaje de la política en el tapete. Porque observar a Capitanich, escuchar a Capitanich y entender a Capitanich nos permite recordar que son muchas las cosas que tienen que cambiar en el país para que podamos definirnos como una sociedad libre y democrática.

Y entre ellas, por supuesto, está Capitanich.