CRISTINA HABLA EN RUSO Y SCIOLI CANTA «YIRA YIRA»

Cristina no tiene la intención de fingir respeto al espíritu de la Constitución. Con eficiencia admirable puso en blanco sobre negro una realidad de siempre: en la Argentina los hombres son más que las leyes.

Se va del poder dejando al Ejecutivo en sus manos, de la mano de un vicepresidente que será quien marque el paso y una cabeza del mismo que no tendrá posibilidad alguna de imponer alguna medida que no sea del agrado de la por entonces ex mandataria.

Como si la presencia omnímoda de Zannini no fuese suficiente, dejará instalados al Ministro de Economía y a varios más que aseguren la continuidad de su visión de gobierno. Dicen quienes están más cerca de la matriarca que la frutilla del postre será la Jefatura de Gabinete que quedará para alguien de su propio riñón.

Y con la amenaza latente de ocupar en algún momento ella misma el cargo, algo que con sordina se ha venido analizando en el círculo íntimo en los últimos meses.

El legislativo quedará en manos de representantes propios, a punto tal que por estas horas la confección de las listas de candidatos ocupa todo el tiempo de la mandataria. No quiere que nadie que no sea de una lealtad absoluta se siente en una banca de diputado o de senador; y nadie osaría contradecirla.

En una palabra, el poder queda escriturado a su nombre en la Argentina, algo similar a lo que hizo en su momento Vladimir Putín, su nuevo modelo de poder a imitar, limitando a su sucesor Dmitri Medvédev en poco más que un secretario personal encumbrado.

El plan, casi concretado de la mano de los errores y la mediocridad opositora, dista mucho de ser ejemplarmente democrático y marca el momento de absoluta debilidad que atraviesa la institucionalidad en el país.

Pero imaginar otra cosa o anunciar una «rebelión» de Daniel Scioli una vez ungido presidente, es soñar con cumbres imposibles de escalar.

Porque más allá de cual fuese su intención -que por cierto no parece ser más que llegar a la presidencia como una cuestión de ambición personal- no cuesta tanto imaginar al ex motonauta tarareando durante cuatro años la letra de Discépolo «cuando estén secas las pilas de todos los timbres que vos apretás».