CUANDO LO POCO ES SUFICIENTE PARA GANAR

Las izquierdas siguen ganando elecciones más allá de su incapacidad para resolver los problemas de fondo de América Latina.

Dilma y Tabaré ahora, como Evo, Cristina, Maduro o Correa hace poco tiempo, han demostrado que las izquierdas, aún con problemas y desgaste, siguen en posibilidad de alzarse con el triunfo electoral en América Latina.

¿Qué es lo que hace que en una región plagada de incertidumbres, traspasada por una pobreza que lejos de ceder parece hacerse endémica y en la que los gobiernos de signo opuesto parecen lograr un mayor crecimiento y una notoria solidez, el populismo siga siendo un huracán electoral?.

La respuesta es sencilla: los sectores más sumergidos de la sociedad tienen la percepción de que “lo poco” que reciben en materia de asistencialismo es “lo único” que les llegará a ellos de parte de un gobierno.

Las opciones de derecha, siempre hablando del crecimiento, la producción y los derechos ciudadanos no han podido o no han sabido ser creíbles para las mayorías electorales y tampoco lograron aprovechar las pocas oportunidades que estas les dieron en el pasado.

Y ello ocurre porque tampoco han logrado demostrar que representan verdaderas opciones democráticas.

Paul Krugman, economista, divulgador y periodista estadounidense, sostiene que a la derecha política siempre le ha incomodado la democracia.

“Por muy bien que les vaya a los conservadores en las elecciones, por muy generalizado que esté el discurso a favor del libre mercado, siempre hay un trasfondo de miedo a que el populacho vote y ponga en el Gobierno a izquierdistas que cobren impuestos a los ricos, regalen dinero a espuertas a los pobres y destruyan la economía”, sostiene este neo keynesiano singular interpretando algo que cada vez es más evidente.

Todos los países desarrollados han tenido estados de considerable bienestar desde la década de 1940 (estados de bienestar que, inevitablemente, gozan de un mayor respaldo entre los ciudadanos más pobres). Y sin embargo no se ven países que entren en espirales mortales de impuestos y gastos o que terminen avasallando la propiedad privada o estatizando los bienes de producción.

Tal vez la gran lección de América Latina sea entonces que los populismos seguirán vivos y fuertes mientras quienes encarnan la otra vereda ideológica no logren dar garantía al votante de que en función de gobierno intentarán distribuir una riqueza creciente, repartir la renta con equidad y concentrar los mayores esfuerzos en mejorar la calidad de vida de la gente.

Algo que por cierto las izquierdas vernáculas no hacen…pero recitan con buena rima.