El exgobernador de Florida, hijo y hermano de presidentes e hispanohablante, se identifica con el ala pragmática del Partido Republicano.
El exgobernador de Florida Jeb Bush quiere ser presidente de Estados Unidos. El político republicano, hijo y hermano de presidentes, dio este martes el primer paso para suceder al demócrata Barack Obama en la Casa Blanca tras las elecciones de 2016. “Me emociona anunciar que exploraré activamente la posibilidad de presentarme a presidente de Estados Unidos”, escribió Bush en un mensaje en la red social Twitter. La exploración de la candidatura es una fase previa al anuncio formal.
Casado con una mexicana, Bush es uno de los pocos políticos de primer rango en EE UU que habla el español con fluidez. Es la lengua corriente en su casa. Su padre, el presidente George H.W. Bush, llamaba a sus nietos “los morenitos”. Desde pequeño, Jeb Bush fue en la familia Bush el bueno, el más listo, el mejor preparado para llegar a lo más alto. Pero fue el hermano díscolo, George W., quien llegó primero a la Casa Blanca.
En otro mensaje en la red social Facebook, Jeb Bush dijo que en enero creará un comité de acción político —PAC, siglas en inglés, una organización para recaudar fondos para campañas— que le servirá para abrir un debate en todo EE UU “sobre los desafíos más importantes” que afronta este país y para financiar “líderes, ideas y políticas que amplíen las oportunidades y la prosperidad para todos los americanos”. Bush, de 61 años, es el primer republicano que anuncia que explorará la candidatura a las elecciones presidenciales de noviembre de 2016. En el campo demócrata, el exsenador Jim Webb dio el paso hace unas semanas.
Lo habitual es que los candidatos presenten las candidaturas en los primeros meses del año anterior a las elecciones. Una vez formalizadas, empieza la campaña para el proceso de caucus (asambleas electivas) y primarias que culmina en la nominación del candidato de cada partido. Bush, adscrito al ala pragmática del Partido Republicano y centrista en cuestiones como la inmigración y la educación, empieza la carrera como uno de los favoritos. La favorita del Partido Demócrata, la exsecretaria de Estado Hillary Clinton, todavía no ha presentado la candidatura.
Unas elecciones presidenciales con Bush y Clinton enfrentarían a las dos familias que han dominado la política norteamericana desde 1989. El padre de Jeb Bush fue presidente entre ese año y 1993. Bill Clinton, esposo de Hillary Clinton, le sucedió y ocupó la Casa Blanca entre 1993 y 2001. Y George W. Bush, hermano mayor de Jeb, fue presidente entre 2001 y 2009.
En EE UU, un país fundado contra las monarquías hereditarias europeas, las dinastías políticas provocan una mezcla de fascinación y recelo. El elitismo con el que se asocia a los Bush puede perjudicarle. El apellido es un inconveniente por la herencia de George W. Bush: crisis económica y financiera y guerras sin victoria en Irak y Afganistán. Incluso dentro del Partido Republicano, el último presidente Bush suscita pocas adhesiones. El auge del movimiento populista Tea Party se explica en parte como una ruptura con el establishment conservador que representan los Bush.
La moderación de Jeb Bush es otro inconveniente: le aleja de los votantes más ideologizados del Partido Republicano. Estos son los ciudadanos que suelen votar en el proceso de caucus y primarias. Bush, como su hermano, se ha opuesto a los republicanos más hostiles contra los inmigrantes sin papeles, y defiende el llamado Common Core, o núcleo común, un programa de estándares federales para la escuela que en los últimos años han movilizado en su contra a la derecha más conservadora.
Pero el talante pragmático es una ventaja en las elecciones generales, cuando el candidato republicano se dispute con el demócrata a los votantes centristas e indecisos. Y el apellido puede convertirse en una ventaja: Jeb Bush no necesita presentación, millones de norteamericanos ya saben más o menos quién es, al contrario que otros candidatos desconocidos. Bush, además, es por su entorno familiar un candidato hispano, capaz de conectar con un segmento del electorado cada vez más decisivo en las presidenciales, y con el que el Partido Republicano tiene dificultades para conectar.