Una divertida crónica (*) de lo ocurrido cuando José María Aznar era presidente y Ricardo Darín fue invitado a conocerlo en el palacio de La Moncloa.
Por aquella época Darín ya era un reconocido actor con decenas de premios sobre sus espaldas. Viajó a España y fue invitado por el entonces presidente a visitarle. Era pleno invierno, uno de los inviernos más fríos que se recuerdan en Madrid. Darín que venía del calor argentino no previó las bajas temperaturas y tuvo que improvisar pensando que se iba a congelar en los jardines de La Moncloa.
«Había venido muy desprevenido. Hacía mucho frío. Tenía un traje gris muy fino y pensé que sólo con él me iba a congelar, así que decidí ponerme una camiseta de ski debajo y unos calzoncillos térmicos», relató el actor. «No calculé que al llegar a La Moncloa estaría puesta una calefacción de aquéllas… Empecé a transpirar, a sudar como testigo falso durante mucho tiempo y en un momento dado dije tengo que solucionar esto, tengo que hacer algo».
A Darín no se le ocurrió otra cosa que decidir quitarse las capas de ropa que se había colocado en previsión. Así que fue al baño convencido de que lo mejor era quitarse la ropa. «Entré en el baño para arrancarme la ropa y pensé ‘estoy en La Moncloa, en la casa del presidente, aquí tiene que haber cámaras, me están vigilando‘. Si me quito la ropa y me ven van a pensar que estoy loco». Y Darín optó por seguir sudando como si no hubiera un mañana.
«Volví igual que me había ido. Me caían botellas de agua por la cara. Fue un horror, un horror», describió el actor. Sin embargo, la visita a casa de Aznar no sólo fue un sufrimiento por el calor que tuvo que pasar.
Como le planteaba dudas llamar «presidente» al presidente de España y «no sabía si era doctor, contador público o ingeniero», Darín pensó que lo mejor era llamarle por su nombre: Pedro.
Sí, el actor se pasó toda la visita llamando Pedro a José María. El ex presidente no le dijo nada, aunque le miraba «de reojo como diciendo ‘ a este tío quién me lo mandó'» y no fue hasta no se sabe qué vez le cambió el nombre que Ana Botella se percató y le corrigió: «José María, se llama José María», le dijo la primera dama, a lo que Darín no dudó en responderle «ya lo sé, ya lo sé».
«A mí estas cosas me pasan muy habitualmente porque soy un imbécil», confesó Darín. Aunque la realidad de aquel fatídico día es mucho más simple.
Primero, el nombre de Pedro no surgió de la nada sino que provenía de un músico muy famoso en Argentina llamado Pedro Aznar que ‘le confundió’. Y segundo, la realidad más real es que Darín iba «medio en pedo porque ya habíamos tomado unas cuantas copas». Así las cosas, entre el calor, la confusión y las copas, lo ocurrido es lo mínimo que te puede pasar.
Darín podrá contar a sus herederos que él visitó a Aznar algo más que alegre. A ver quién puede decir eso. Sólo él.
¿Os imagináis cómo debió de ser aquel momento? A Darín sudando cual pollo en el horno, perdiendo líquidos, lípidos y minerales, mientras se dejaba arropar por la embriaguez que le permitió llamar a José María, Pedro, y reafirmarse ante Botella como si el error no fuera error.
Sabiendo que nuestro actor es una fuente inagotable de anécdotas, no sería raro que no dentro de mucho algún biógrafo se tome el trabajo de compilar en un libro todas ellas. Se lo merece.
*Anécdota contada por Inés Mucientes, periodista del diario El Mundo (Madrid)