El básquet pide a gritos el uso de la tecnología

La jugada con la que se cerró el partido de Quilmes en Once Unidos reavivó la polémica acerca del uso de la tecnología y la necesidad de reglamentar al respecto. Una herramienta que los árbitros deben tener para no quedar desprotegidos. 

Por Florencia Cordero

Por Florencia Cordero

Quilmes mostró un rendimiento irregular en el partido ante Obras, pero arremetió sobre el final y llegó con chances a la última bola. Con 4 segundos por jugar, el local perdía por 3 puntos (94-91) y apostó todo a un tiro externo para forzar el suplementario. En medio del griterío ensordecedor del público «cervecero» que colmó Once Unidos, primero erró desde afuera Lucas Ortiz y -tras el rebote ofensivo- Diego Romero lanzó sobre el sonido de la chicharra al filo de la línea de tres puntos y la pelota entró.

En una explosión de júbilo, los hinchas enfervorizados y los jugadores del Tricolor festejaron el azaroso lanzamiento que les daría un tiempo extra y el plantel de Obras salió a protestar que el tiro no había sido válido. Los árbitros señalaron de entrada que el lanzamiento de Romero valía dos puntos, pero se decidió revisar la imagen de la TV para disipar dudas. Aunque esta modalidad no está formalmente reglamentada en la Liga Nacional de básquet, en varias oportunidades ya se puso en práctica en jugadas de estas características.

Los jueces chequearon una y otra vez la repetición en los monitores de la transmisión televisiva, pero las imágenes no fueron lo suficientemente claras como para cambiar la decisión inicial. Con la presión que puso la parcialidad quilmeña en esos momentos de tensión a la espera del fallo definitivo, los árbitros mantuvieron su postura y ratificaron que el tiro de Romero fue doble, por lo cual, el triunfo correspondió a Obras Sanitarias (94-93).

Es cierto que los simpatizantes se sintieron desilusionados y en cierta medida despojados de un derecho que creían legítimo, pero la realidad es que nadie en la cancha pudo saber con certeza en ese momento si el tiro fue válido o no. De hecho, horas después se comprobó a través de un revisión exhaustiva del video, cuadro por cuadro que realizó el sitio web Básquet Plus, que el lanzamiento de Romero fue fuera de tiempo. Es decir, tenía la pelota en la mano cuando el tiempo se había acabado y comenzaba a encenderse la luz del tablero que indica el final de la posesión.

La existencia de otro video que aportó el programa Tiempo de Basket muestra claramente con acercamientos y cámara lenta que la punta de los pies de Romero estaba más allá de la línea de triples por lo que el lanzamiento debía valer tres puntos en caso de que no hubiera sido fuera de tiempo.

Las redes sociales fueron la caja de resonancia de la polémica especialmente con hinchas que exigían con vehemencia que «se haga justicia» con insultos varios a los árbitros, cuando en realidad el error de los jueces no perjudicó ni benefició a nadie. Ellos se equivocaron porque convalidaron el tiro en tiempo y forma en lugar de determinar que fue después de la chicharra. Pero lo hicieron tomando una decisión en una milésima de segundo en un ambiente hostil con los ánimos caldeados y con los pulsaciones al máximo. Y todos nosotros podemos determinar qué fue lo que pasó y qué hubiera sido lo correcto para sancionar después de ver la jugada una y otra vez en diferentes videos desde distintos ángulos.

Con el video de Básquet Plus que demuestra que el tiro fue fuera de tiempo, se acaba la polémica; pero si sólo tuviéramos el video de Tiempo de Basket, hubiéramos pensado que fue injusto para Quilmes que no convalidaran el triple. Quiere decir que aún haciendo uso de la tecnología, se trata de una situación que sigue siendo relativa. Entonces, tampoco podemos exigirles a los árbitros que nunca se equivoquen y mucho menos cargar las tintas sobre ellos en la definición de jugadas dudosas.

Los árbitros son personas que pueden cometer errores y queda claro que necesitan ineludiblemente un soporte tecnológico con su correspondiente reglamentación para poder incorporar seriamente un elemento que mejore la competencia. Pero, claro, es apenas una de las tantas cosas que le hacen falta a la Liga para crecer.