EL DESECHO DE LA POLÍTICA

Daniel Scioli hizo del ataque su principal defensa. Jaqueado por una justicia tapada de pruebas de su deshonestidad y su torpeza, trajina lo mediático con falsos amores, mentiras y bochornos que hacen cola.

Los tiempos se acortan y la obsecena fiesta pagada por todos nosotros ya queda al alcance de la mano de la justicia.

Inútil y falto de talento como durante toda su vida -desde los tiempos en que su familia prefería pagar sus competencias náuticas en categorías inventadas en las que corría en soledad y ganaba sin que nadie pudiese hacerle sombra, antes que soportarlo frente a una empresa familiar para la que solo hilvanó malos negocios y quebrantos- imita ahora a su amada Cristina en eso de vivir denunciando persecuciones políticas en vez de explicar con algún fundamento (por cierto difícil de encontrar) la vida principesca que llevaban desde el módico ingreso de cualquier empleo público.

La exitosa abogada y el excelso motonauta ni pleitearon ni compitieron seriamente en toda su vida.

Quien tardó «apenas» 18 años en reconocer a una hija a la que además obligó a un humillante ADN para aceptar su paternidad y mostró al país el incondicional amor con una mujer con la que había acordado la absurda ecuación «presidencia o divorcio», recorre ahora el espinel de programas televisivos especialistas en chantaje -propio u ordenado por los propietarios de los canales en los que se emiten- acusando al gobierno y sosteniendo las bellezas de su administración que, según sostiene, dejó una provincia saneada, con pleno empleo e inversión.

¿Qué más?, no podemos saberlo. ¿Quién conoce a ciencia cierta la capacidad restante de la cloaca de su barrio?.

Solo los desechos que allí flotan, como en la política.