La Cámara de los Comunes respaldó ayer por amplia mayoría (524 votos a favor y 43 en contra) la intervención británica aérea en Irak. Las seis horas de debate que precedieron a la votación estuvieron presididas por el fantasma de la invasión de Irak en 2003, que fracturó a la opinión pública y la clase política británica
“No estamos en 2003”, proclamó el primer ministro, David Cameron. Un argumento al que se pegó también el líder de la oposición, Ed Miliband, para apoyar el ataque.
La moción del Gobierno, consensuada con los laboristas, limita la intervención a bombardeos aéreos en Irak y descarta de forma explícita el despliegue de tropas sobre el terreno y cualquier tipo de intervención en Siria, que exigiría la presentación de una nueva moción en los Comunes, según especifica el texto.
La moción descarta de forma explícita tanto el despliegue de tropas sobre terreno iraquí como cualquier tipo de intervención militar en Siria
Cameron expuso su convicción de que “hay argumentos muy sólidos para hacer algo más en Siria pero no quiero presentar hoy en la Cámara una moción en ese sentido porque no hay consenso para ello y es mejor que nuestro país proceda en base al consenso”. Precisó, sin embargo, que no cree que haya “impedimentos legales” para que Reino Unido pudiera intervenir en Siria.
Advirtió que la guerra “no será cosa de meses, sino de años” y puso de relieve que sí que habrá la intervención sobre el terreno que muchos consideran imprescindible para derrotar a Estado Islámico, pero no será británica: “Habrá tropas sobre el terreno, tropas iraquíes, tropas kurdas”, dijo. Y tras citar las diversas caras del islamismo violento, desde Estado Islámico en Irak y Siria a Boko Haram en Nigeria, Al Shabab en Somalia o Al Qaeda en Yemen, advirtió: “Nos enfrentamos a una lucha generacional causada por la perversión de una de las grandes religiones, el Islam”.
Ed Miliband justificó su apoyo al ataque en que se cumplen las seis condiciones necesarias: es justo, el último recurso, legal, tiene prospectivas de éxito, tiene apoyo en la zona y es proporcionado.
Apelando al legado de Robin Cook, que en 2003 dimitió como ministro de Exteriores de Tony Blair por su oposición a la invasión de Irak, puntualizó: “Esta acción multilateral ha sido puesta en marcha por un Estado legítimo, democrático. Y si hay algo que hay que hacer en un orden mundial gobernado por normas es proteger una democracia. Que es de lo que trata esta moción”.
Y dejó también claro por qué se opone a extender a Siria la intervención: porque cree que se necesita una resolución de Naciones Unidas para darle cobertura legal, porque a diferencia de Irak no hay un ejército en condiciones de enfrentarse a Estado Islámico por tierra y porque no tiene clara la “hoja de ruta” hacia el cambio político en Siria que quiere el primer ministro.