(Escribe Adrián Freijo) – Horacio Taccone olvidó por un momento de sus obligaciones como servidor público y del respeto que la propia administración que integra suele tener frente a las demandas de la prensa y el público.
Los términos despectivos con los que el titular de EMDER Horacio Taccone se refirió a quienes se preguntaban acerca del riesgo que podía correrse para llegar a tiempo con los arreglos del deteriorado piso del Polideportivo Islas Malvinas de cara a la fase de la Liga de las Américas de básquetbol no tienen sentido ni justificación alguna.
“La puesta en duda de la realización de este importante torneo internacional –como es la Liga de las Américas- se lo adjudico a gente que no puede caminar y mascar chicle al mismo tiempo sin caerse ni morderse la lengua”, dijo el funcionario sin tener en cuenta que esa pregunta se la hizo ayer la totalidad de la prensa local, los directivos del club organizador y centenares de marplatenses que se comunicaron con esos mismos medios para expresar sus temores.
Parte de la prensa nacional, y no sólo la especializada en deportes, se preguntaba también si era posible llegar a tiempo para un viernes que por lo cercano parecía inalcanzable para el estado en que se encontraba el campo de juego.
¿Era algo tan ilógico plantear el temor a que el tiempo no alcanzara?, ¿puede encontrarse mala fe en una preocupación que se sostenía en las imágenes de un piso con alto grado de deterioro?.
No merecían ellos semejante descalificación por parte de Taccone, quien por su carácter de servidor público debería conocer su obligación de hacer y explicar sin agregar a esa carga ironías de ningún tipo.
Ni lo merecía el propio intendente Gustavo Pulti, muchas veces zamarreado por el periodismo pero siempre respetuoso y cordial con la prensa, con la que jamás ha confrontado y a la que jamás ha agraviado, en tiempos en los que eso no es lo más común en las costumbres del poder en el país.
No lo merecía tampoco la dirigencia de Peñarol, tan ocupada en la proyección internacional de la institución como la administración lo está con la ciudad, que debió salir de su localía durante todo el verano y pese a las dificultades sigue colocando el nombre de Mar del Plata en la cima de cada competencia que debe afrontar y a la ciudad en la elite de las que están en condiciones de organizar este tipo de encuentros deportivos.
“Nunca el deporte es un negocio. Es verdad que la cultura del deporte no paga; es una inversión el poder desarrollar a los jóvenes a través de una actividad deportiva o de cultura, la cual es verdaderamente es de inclusión. Por eso no estoy de acuerdo con el alquiler del Polideportivo” dijo Juan Curuchet en su momento. Y seguramente sus afirmaciones, basadas en principios indiscutibles de la buena acción de gobierno, escondían la duda acerca de la bondad de correr riesgos como los que ahora afrontamos.
Porque es posible que se llegue al viernes en condiciones de jugar, pero ellas serán inevitablemente de precariedad, con el piso sin el laqueado final y en medio de una situación que como imagen de organización no es la óptima.
Máxime si está en el espíritu del club de la calle Garay el postularse para el Final Four que hoy es el acontecimiento basquetbolístico más importante de la región.
Horacio Taccone es un funcionario eficiente, dinámico y con probada capacidad de proyección. Lo demostró en el EMDER y también lo hizo en el club que preside y que fue un indirecto beneficiario de esta situación ya que el milrayitas debió trasladar su localía a esas instalaciones. Otro motivo que haría aconsejable la prudencia a la hora de realizar declaraciones sobre la cuestión.
Lo cierto es que las palabras descalificantes del funcionario no pueden pasarse por alto, requerirían algo tan raro en la actualidad como lo son las disculpas o al menos un llamado de atención de parte del intendente que como decíamos más arriba no utiliza habitualmente el agravio para explicar situaciones.
Y sobre todo una reflexión muy personal de Horacio Taccone, quien tal vez debería plantearse también las dificultades que algunas personas parecen tener a la hora de pensar y abrir la boca al mismo tiempo.