ELLOS Y NOSOTROS

Ese es el mundo de Cristina y esa es la Argentina de hoy. El gran triunfo del kirchnerismo consiste en haber logrado lo que siempre fue su objetivo: dividir al país.

Quienes no pueden superar la barrera del sectarismo han tratado desde siempre construir una sociedad facciosa. Tal vez inconcientemente se reconocen incapaces de organizar el conjunto -y mucho menos convivir con él- y optan por abroquelarse en el micro mundo de sus leales y sólo así se sienten seguros.

Cuando la Presidenta explicita el «ellos y nosotros» muestra sin embargo la cara de su propia debilidad. Reconoce sin decirlo que después de doce años sólo ha logrado representar a un sector, cada vez más acotado, de una sociedad que cada vez más le escapa a las divisiones y muestra síntomas de hartazgo por las mentiras constantes que intentan sin éxito esconder la decadencia.

La gran duda que a todos nos angustia es saber cual es el límite que puede fijarse para la experiencia. Se nota una crispación creciente que va ganando el ánimo de esta mujer que no quiere abandonar de manera alguna el poder y teme además que el futuro le pase factura por tanto desatino no exento de corrupción.

Y eso la acerca, cada vez más, a la tentación del enfrentamiento.

De cualquier manera el «ellos y nosotros» enseña un ocaso constante en un proyecto que se quiso napoleónico y termina muy cercano a aquellas patéticas dictaduras latinoamericanas que encarnaron tantos autócratas convencidos de su destino providencial.

Y aunque triste y grosera, la experiencia tal vez nos coloque en el terreno de «todos».

Tal cual lo dice la Constitución Nacional.