Quien transitara a media tarde por las calles del centro de la ciudad y no supiese que se estaba llevando adelante un paro general, difícilmente tomara nota de que Mar del Plata vivía un día de protesta.
Los colectivos funcionando con normalidad, los negocios abiertos -a excepción de los café y restaurantes (aunque no la totalidad), las bocas de las cadenas de supermercados trabajando con normalidad, taxis y remises recorriendo las calles y la administración municipal a pleno eran demostrativos de una jornada casi común de trabajo.
No hubo incidentes -algo destacado por la dirigencia gremial de la UTA muy especialmente- y el operativo de seguridad funcionó a la perfección sin necesidad de ninguna saturación o sobreactuación.
Pero seguramente lo más insólito pasó por la gente: muchos marplatenses, consultados en las clásicas «encuestas» de radios y canales de televisión, no tenían idea de que había un paro y sobre todo no sabían cual era el motivo de la protesta.
Cosas de un país en el que cada vez es más grande la brecha entre lo que vemos y leemos en los medios y lo que el hombre común de la calle consume, ve o le interesa.
Y hoy…todo sigue como entonces.