FICCIONARIO

La campaña discurre en torno a escenarios imaginados, en los que el oficialismo niega lo evidente y el principal opositor hace lo mismo con el desastroso resultado de su gestión. ¿La realidad?, escapó por la ventana.

Millones de argentinos padecen por estas horas las consecuencias de un cambio de modelo que ha agudizado el drama de la desocupación y no acierta al menos a combatir ese veneno constante que es la inflación.

¿Qué respuesta hay para ellos?. El gobierno habla de la herencia recibida y quienes gobernaron la Argentina hasta diciembre del 2015 hablan del neoliberalismo sin sentimientos.

Repetimos entonces la pregunta, ¿qué respuesta hay para ese 7o% de la población que se debate entre la indigencia, la pobreza y la clase media baja que ya no sabe que malabar hacer para cubrir sus necesidades básicas?. Ninguna…solo promesas, acusaciones y ficción.

Con casi dos años de gobierno sobre sus espaldas, Cambiemos debería al menos poder mostrar algo más que ajustes, tarifazos y alusiones a un país ordenado que aún ni siquiera asoma en el horizonte.

Con doce años en el poder, el peronismo y/o kirchnerismo debería tener al menos la prudencia de callarse, hacer alguna autocrítica y no plantarse alegremente como si tras su gestión la Argentina hubiese quedado en el camino de algo que no fuese el clientelismo, la inflación galopante y el aislamiento internacional.

Ambos se han convertido en relatores del pasado y augures del futuro. Ambos se alejan de la única realidad mensurable que es este presente de angustia general.

Si todo va a quedar en el discurso, en la imagen que aconsejan los asesores, en las frases hechas y en las estrategias de momento que sirvan para asustar al votante y lograr su adhesión desesperada…estamos en problemas.

Porque Argentina vive desde hace décadas en la ficción; y tal vez la más perjudicial de ellas fue aquella que nos convenció de un destino de grandeza que jamás nadie nos dijo que debía construirse con esfuerzo y respeto al talento y al trabajo.

Y hoy nada parece indicar que alguno de los protagonistas de esta hora esté dispuesto a abandonar ese realismo mágico que en la primera mitad del siglo XX nos hizo «europeos», luego «revolucionarios», más acá «primer mundo»  y por fin nos convirtió en la vergüenza de un mundo que nunca pudo entender como llegamos adonde llegamos.

Sin saber que la respuesta era demasiado sencilla como para no verla: por mentirnos todo el tiempo y comprar una realidad que nunca fue.

Algo que aún hacemos…