Flota mercante: la cara visible de un país saqueado

RedacciónLa corrupción, la desidia y las malas políticas dejaron al país sin flota mercante. Éramos potencia mundial y hoy Paraguay y Bolivia tienen más barcos que la Argentina. Una historia insólita.

 

El próximo 25 de noviembre se cumplirán 222 años de la iniciativa de Manuel Belgrano a partir de la cual se creó la Escuela Nacional de Náutica. La fecha es el punto de referencia para señalar la creación de la Marina Mercante Argentina.

En su buques se llegó a transportar a partir de 1960 hasta el 90% del comercio exterior del país, entendiéndose por tal tanto a las exportaciones como a las importaciones.

Por entonces el país tenía una empresa naviera de ultramar (ELMA) que coexistía con una gran cantidad de navieras privadas que eran las que más demanda de personal tenían. Además contábamos con las flotas de YPF e YCF ( Yacimientos Carboníferos Fiscales) y una muy importante Flota Fluvial. Era una Marina Mercante que cubría todos los tráficos de cabotaje y ultramar.

Cuando se desguazó a la empresa ELMA, en la década del 90,  ninguno de sus buques se quedó en el país ya que ninguna empresa nacional tenía la capacidad para explotarlos y además la intención política del gobierno de entonces, vinculada a la sorda lucha que por entonces había iniciado con el sindicalismo en general y con el del sector naviero en particular, era la de impedir que un nuevo gigante, aún privado, pudiese nacer tras la venta de los activos.

Pero esa actitud de desinterés por poner de pie un sector clave de cualquier economía mundiaal no fue privativo de la administración de aquella época. El 27 de diciembre de 2017, durante la administración de Mauricio Macri, el parlamento nacional votó la Ley 27419 de Desarrollo de la Marina Mercante Nacional y la Integración Fluvial Argentina. Pero el presidente vetó todos los artículos que referían al apoyo estatal a la actividad…

Entre uno y otro gobierno tampoco alguno hizo algo para recuperar el sector y poner en pie a la visionaria creación de Manuel Belgrano.

Hoy tenemos por delante la posibilidad de recuperar el tráfico en la Hidrovía, lo que a la luz de los hechos aparece como bastante complicado. Porque si nos detenemos en Paraguay veremos que  vio con claridad cómo era el negocio y se lanzó a escala internacional con una propuesta que atrajo a los capitales. Y hoy es una potencia que multiplica en capacidad de bodega a la escuálida flota nacional.

Pero además, si hablamos de tener una marina de ultramar, deberíamos definir que es lo que tenemos para transportar. Brasil dio por finalizado el convenio de transporte bilateral que tenía con Argentina lo que achica aún mas nuestras posibilidades de desarrollo. No podemos salir al mundo a competir con los monstruos multinacionales que arrasan con el flete y el país vecino es uno de ellos.

La enorme diferencia de costos hizo que Paraguay multiplicara la actividad de su Marina Mercante, siendo en este momento la cuarta flota a nivel mundial en transporte fluvial, mientras que Argentina está prácticamente fuera del negocio teniendo 2.000 kilómetros de litoral fluvial no tiene que ver con políticas salariales: un marino mercante paraguayo gana más que un argentino pero el problema, aquí también, radica en las cargas laborales que en aquel país apenas alcanzan al 10% mientras que en el nuestro superan el 44%.  El otro problema que hay en Argentina es la industria del parte médico y del juicio laboral.

Ni que decir de la carga impositiva que en Paraguay y Brasil inciden un 60% menos en la actividad que en Argentina.

Si consideramos que al año ingresan a puertos argentinos alrededor de 4000 buques extranjeros que se ocupan en la práctica de transportar todo nuestro comercio exterior de expo e importación, tomaremos nota del inmenso negocio y ahorro de divisas que tendríamos de haber mantenido a flote a nuestra otrora poderosa flota mercante, a la que destruimos mientras nuestros vecinos, algunos de ellos sin litoral marítimo, supieron multiplicar las suyas.

Un verdadero atentado, otro más, contra el desarrollo económico de un país que parece no haber tomado nota de su potencial de cara al mar y al control y explotación de sus ríos.

Y al que se esquilma de manera constante, ante la indiferencia de sus habitantes y la escasa visión acerca de lo que deberíamos hacer hacia el futuro.

Así nos va…

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