Francisco sigue advirtiendo acerca de las desviaciones de la Iglesia

Francisco sostuvo que con estas cosas la Iglesia en vez de crecer “se rompe en muchas partes, se desmiembra”.

Por esto, recordó que el mejor antídoto frente a las divisiones es acercarse y participar en el sufrimiento de los más necesitados.

En su primera audiencia general tras el Sínodo de los Obispos sobre la Familia, que terminó este domingo, el papa Francisco advirtió sobre las divisiones, celos y envidias entre los cristianos.

“En la época de Pablo, la comunidad de Corinto encontraba muchas dificultades en este sentido, viviendo, como a menudo nosotros, la experiencia de las divisiones, de las envidias, de las incomprensiones y de la marginación. Todas estas cosas que no van bien, porque en vez de edificar y hacer crecer la Iglesia como Cuerpo de Cristo, la rompe en muchas partes, se desmiembra”, sostuvo.

En su habitual catequesis de los miércoles, el Papa aseguró que “esto, también sucede en nuestros días” y pidió pensar “no solo en las comunidades cristianas de algunas parroquias, también en nuestros barrios, ¡cuántas divisiones, envidias! ¡cómo se murmura! ¡cuántas incomprensiones y marginaciones! ¿Esto que nos hace? ¡Nos separa entre nosotros! Es el principio de la guerra”.

“Las guerras no empiezan en el campo de batalla, empiezan en los corazones con estas incomprensiones, envidias, con estas luchas entre las personas. Esta comunidad de Corintio era así ¡eran campeones de esto!”, indicó.

Francisco recordó que por esto el “apóstol, entonces, dio a los corintios algunos consejos concretos que valen también para nosotros: no ser celosos, sino apreciar en nuestras comunidades los dones y las cualidades de nuestros hermanos”.

Asimismo, insistió en la necesidad de cambiar de actitud porque “los celos crecen, crecen y llenan el corazón, un corazón celoso es ácido, que en vez de sangre tiene vinagre, que nunca es feliz, que separa a la comunidad. ¿Qué debo hacer? Apreciar en nuestra comunidad los dones y las cualidades de los otros, de nuestros hermanos”.

El Papa propone entonces una hoja de ruta: “Contra las divisiones acercarse y participar en el sufrimiento de los últimos y de los más necesitados: expresar nuestra gratitud a todos. Decir Gracias. El corazón que sabe decir gracias es un corazón bueno, noble, que está contento porque sabe decir: gracias.

También lamentó que haya tanta gente “se siente superior a los demás”, por lo que pidió: “Esto es feo, no lo hagamos nunca. Cuando te viene ese pensamiento acuérdate de tus pecados, de esos que no sabe nadie, avergüénzate ante Dios y dile: ‘Tú sabes quien es superior, yo cierro la boca’. Esto nos hace bien”.

Siempre en la caridad considerarse miembros los unos de los otros, que viven y se dan en beneficio de todos. Queridos hermanos y hermanas, como el profeta Ezequiel y como el apóstol Pablo, invoquemos también nosotros al Espíritu Santo, para que su gracia y la abundancia de sus dones nos ayuden a vivir verdaderamente como Cuerpo de Cristo y como signo visible y bello de su amor”, concluyó.