Fútbol femenino: hace 50 años comenzaba a escribir su historia

El 21 de agosto se celebra el Día de las Futbolistas en recuerdo a aquellas mujeres que en 1971, desconocidas por propios y extraños, golearon a Inglaterra en el Estadio Azteca y en pleno mundial.

Hay una historia poco conocida del fútbol argentino que sucedió hace mucho y que protagoniza una mujer. Esa mujer se llama Elba Selva, tiene 76 años y ahora vive en General Rodríguez. Resulta que Elba se anticipó a Maradona. Le hizo cuatro goles al seleccionado de Inglaterra  (el partido terminó 4 a 1) en el Mundial femenino de 1971, en México. 

Para jugar aquel torneo no oficial, el seleccionado argentino viajó patrocinado por la empresa de bebidas alcohólicas Martini, que pagó los gastos de vuelo, hotel y vestimenta de las seis selecciones participantes. Participaron México, Argentina, Dinamarca (fue el campeón), Italia, Inglaterra y Francia. “Fuimos con lo puesto. No teníamos nada. Todo nos lo dieron en México”, recuerda Selba en diálogo con Comunidad PAMI. Las chicas argentinas no tenían ni director técnico. El ex futbolista Norberto Rozas, que vivía en México, se ofreció para dirigirlas y ellas aceptaron.

El fútbol femenino en Argentina estaba en crecimiento: las entidades deportivas no lo organizaban, pero las jugadoras armaban equipos y torneos; y había empresarios y representantes que organizaban giras y exhibiciones por todo el país. De uno de sus grupos salió el combinado de 16 jugadoras que recaló en Ciudad de México sin camiseta, sin botines y sin entrenador. Allá las ayudarían con todo eso. El histórico duelo ante las inglesas ocurrió después del debut ante México, en el Azteca y con 90 mil personas en las tribunas. En ese primer partido ante las locales Argentina perdió 3 a 1.

 

Elba fue noticia en los últimos años debido al avance que tuvo el fútbol femenino. No solo por los goles al seleccionado inglés, sino porque fue una de las pioneras para que las mujeres puedan jugar -y bien- al deporte más popular. 

Ahora vive junto con su hermana Mirta en una casa con huerta en General Rodríguez, al oeste del conurbano bonaerense. Se levanta temprano para salir a caminar a ritmo rápido o andar en bicicleta. Siempre con barbijo. No quiere dejar de lado la actividad física. “A nuestra edad quedarse sentada frente al televisor no es bueno”, recomienda.

La naturaleza la ayuda a distraerse. Desde que empezó la cuarentena evitó los riesgos y hasta se acostumbró a utilizar una mesa para rociar de lavandina todo producto que llega a la casa. Ni una vez fue al centro de General Rodíguez a hacer compras. Dejó esa costumbre para cuidarse. Celeste, su sobrina que vive en la casa de al lado, se encarga de las compras.

Los primeros tiempos de encierro fueron tranquilos pero el paso del tiempo provocó desgastes. Entre ellos, el del cansancio. Estaba acostumbrada a jugar ping pong, tejo y newcom en el centro de jubilados Mi rincón. “Pero un día vino un señor a decirnos que se cerraba todo hasta nuevo aviso. Eso me generó incertidumbre. No sabía qué pasaba”, recuerda, porque esas actividades le eran fundamentales.

La solidaridad también fue una forma de actuar en estos meses. “Nos traen telas y hacemos barbijos para quienes trabajan en los merenderos o donde los necesiten”. Y agrega: “Me siento muy bien al colaborar”. También dice que “los argentinos somos solidarios, hacemos mucho para salir adelante”.

Cincuenta años pasaron de una epopeya que estaba en la cueva de los sueños olvidados y que se convirtió en un día de fiesta: después de que el 21 de agosto fuera declarado en 2019 como el Día de las Futbolistas a través de una ley que se aprobó en la Legislatura porteña -después se sancionó también a nivel nacional- las mujeres y diversidades festejan en todos los puntos del mapa. Celebran a sus propias Barriletas Cósmicas.

Casi al terminar la charla sale de nuevo el tema del fútbol y de la goleada a los ingleses. Y dice: “Cuando vi a la tribuna gritando ‘Argentina Argentina’ se me aflojaron las piernas. Es algo que no me voy a olvidar”.

Así que se anticipó a Diego…

¿No será que Maradona se copió de mí?