Hugo Ibarguren: la leyenda patina de la mano de un campeón

Por Adrián FreijoSe fue Hugo Ibarguren, el primer campeón mundial de patín que tuvo la Argentina y por supuesto Mar del Plata. El que abrió un camino que luego empedraría la gloria.

Es muy difícil que aquellos que no vivieron aquel tiempo crean en lo que aquí se cuente. Seguramente pensarán que se trata de otra de esas nostalgias que ganan el corazón de los más grandes y los deposita invariablemente en la comodidad de creer que todo tiempo pasado fue mejor.

Cuando en realidad tan solo fue distinto….

Un día inolvidable y una firma que sintetizaba la fidelidad de Hugo a su líder

Fue el 4 de julio de ese 1965 el día en que Ibarguren, ese necochense de nacimiento y tan nuestro por adopción,  se convirtió en el primer patinador americano que le arrebataba un títulos a los europeos, al imponerse en los 10 mil metros; siendo además subcampeón mundial en los 1.000 metros.

De allí que el 4 de julio de cada año se celebra el Día del Patín Argentino. En su honor y en el aquella primera generación que con Hugo, Rubén Narsciande y Rubén Scafatti abrieron paso a los logros de  Nora y Reynaldo Vega, Claudia Rodriguez, Luis Rafaldi, Andrea González ,  Melisa Bonnet, Silvina Posada, Maira Arias y Ken Kuwada. Pero Hugo Ibarguren fue el primero, y esa medalla quedará por siempre colgada en su historia personal.

Solo las viejas radios, con la lentitud de la carreta y la calidad de unna tormenta, traían por entonces las noticias de lo que ocurría en el mundo del deporte. Y cuando llegaron a Mar del Plata las primeras noticias del triunfo mundial de Hugo comenzó a nacer una idolatría con la fuerza de aquellas que se construyen desde el boca a boca, el mito y esas historias que a fuerza de ser contadas una y mil veces van cambiando hasta encontrar el argumento ideal y las circunstancias que la hagan mítica más allá de su propia grandeza.

El HCD llegó a brindarle el merecido reconocimeinto

Estar cerca de Hugo, cruzarlo en la calle, verlo charlando con su bonhomía provinciana en cualquier esquina de la ciudad era como estar junto a Fangio, a el Charro Moreno y al mismísimo Cassius Clay. Hugo era el campeón, nadie en el mundo se acercaba a sus logros. Eso era lo que sentíamos los jóvenes de entonces cuando aparecía aquella figura que nos había permitido el honor hasta entonces desconocido de tocar una medalla que era la más importante del mundo.

Ibarguren siguió su camino, multiplicó sus triunfos y seguramente nunca llegó a tomar conciencia real de lo que representó para toda una generación de lugareños. Tal vez en los últimos años de su vida comenzaron a aparecer, siempre tarde, los homenajes a quien tan alto había puesto el nombre de Mar de Plata.

El ídolo, el campeón, el amigo…

Pero poco importa; su recuerdo seguirá rodando entre patines por los años venideros y seguramente su nombre seguirá siendo referencia inevitable del deporte local. Como lo será también el recuerdo de centenares de chicos y chicas que se abrazaron a la pasión del patín desde las enseñanzas de un maestro de alma que disfrutaba transmitirles su técnica, su fuerza y su propia historia.

Adiós campeón, gracias por aquellas horas de felicidad, por abrir la puerta a uno de los deportes más ganadores de la historia marplatense y por aquella amistad tardía que me permitió conocer a un tipo excepcional que por grande nunca necesitó aparentar más de lo que era.

El mejor del mundo y el primero de todos….