Negar la realidad ha sido siempre el camino más corto hacia el olvido. Y esa parece ser la estrategia del gobierno para esconder la inseguridad y lavar las culpas que seguramente le caben en el drama que vivimos.
No debería extrañar en alguien que, ya con la inseguridad disparada en 1014, se atrevió a afirmar que lo que asustaba a la gente no era otra cosa que una sensación. Siete años después, y miles de muertos sumados a la trágica lista de víctimas, Aníbal Fernández parece no haber entendido nada o seguir aferrado al negacionismo como estrategia para explicar lo inexplicable.
Después de la multitudinaria marcha que vecinos de La Matanza para reclamar justicia por el crimen del kiosquero Roberto Sabo, el ministro de Seguridad dijo que el fenómeno de la inseguridad: “sucede en todas partes del mundo”. Y tratando de llevar la cuestión a un nivel casi administrativo, sostuvo que “estamos buscando la mejor forma de administrar los recursos”.
Subestimar la cuestión y olvidar la realidad. Lo primero puede referir a temas como la corrupción, la inflación, la pobreza, el desempleo o el precio del dólar: cada vez que el gobierno habla de estas cosas parece buscar en cuestiones aledañas a su gestión la culpa de todos esos males. Siempre fue otro.
Y el olvido estará presente cada vez que desde el peronismo se intente negar que, en todas sus variantes, gobernó este país 25 de los 38 años que llevamos de democracia. Alguna responsabilidad tendrá entonces en el desastre nacional.
Pero no es el único «distraído»…
El ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires, Augusto Costa, señaló que la oposición de Juntos por el Cambio (JxC) «apela a cualquier metodología» con tal de boicotear medidas del Gobierno y consideró que desde ese sector «se hace un uso electoral de algo tan grave como es la inseguridad».
Y lo dice sin ponerse colorado en un país que bate cada día los índices de homicidios, feminicidios, robos violentos, usurpaciones de tierra, abusos infantiles y corrupción estatal.
¿Uso electoral?…pero…¿no era que en las elecciones los candidatos deben plantear los problemas de la ciudadanía…¿de qué quiere Costa que hablen los opositores?, ¿no sería lógico que también el oficialismo se refiriese un poco a esto, más allá de los fuegos fatuos de las agobiantes internas que lo atraviesan?.
Como cuando Sergio Berni pone el dedo en la llaga que más le duele al kirchnerismo y sostiene que «a veces hay malestar dentro de nuestro propio espacio político, porque yo creo que hay que bajar la Ley de Imputabilidad. Porque los menores, ante esa situación en que pueden matar y al otro día están en la calle viven sin que les generamos un marco de protección”.
Y es entonces cuando la sombra del garantismo -al que ya solo adhiere Cristina Fernández y alguno de sus acólitos y fanáticos quedan hoy como defensores – se corre para dejar a la vista la realidad del sistema penal argentino. Desde hace 35 años se viene insuflando en las facultades de Derecho, en los institutos de postgrado, en conferencias, cursos y jornadas, y hasta en los Consejos de la Magistratura, la pseudo-doctrina que postula que el criminal es “obligado” a delinquir por ser una víctima del sistema capitalista que lo excluyó, quitándole oportunidades. Y esa filosofía, conocida como abolicionismo, es la que permite que hoy vivamos en un país en el que el estado protege, cuida y hasta subsidia a los delincuentes mientras ignora y denigra con procedimientos inadmisibles a quien todo el mundo civilizado cubre de seguridades: la víctima.
Por eso negar como sistema puede convertirse en una hábil estrategia en un país con flaca memoria.
Cada muerto pasa al olvido más rápido, cada robo será tapado con otro más violento en apenas algunas horas, cada feminicidio quedará de lado ante uno más que sucederá, sin que nadie haga otra cosa que discursear, antes que la víctima anterior descanse en paz y cada abuso infantil competirá en la pantalla de los telediarios con otro que se descubrirá enseguida. La perversión del sistema y la impunidad serán los principales socios del delito y sus autores a la hora de que todo pase al olvido.
Negar, negar y negar…ese es el camino que los ineptos y los cómplices han elegido para lavar sus responsabilidades.
Y les está saliendo muy bien…muy bien.