Redacción – Fortescue, la empresa australiana que anunció una millonaria inversión para producir «hidrógeno verde» tiene un grave antecedente en el país y en la actividad minera.
El hidrógeno es un gas y es el elemento químico que más abunda en el universo pero que no es tan fácil de obtener porque se trata de un elemento que tiene tres veces más energía que la nafta, pero que a diferencia de esta es una fuente de energía limpia, ya que solo libera vapor de agua y no produce dióxido de carbono (CO2).
Sobre esto se trata el anuncio de inversión que hoy, con bombos y platillos propios de la campaña electoral, anunció el gobierno argentino desde Glasgow, Escocia, y parece pretender que se convierta en el «nuevo Vaca Muerta» de su gestión.
Pero el ex Puma Agustín Pichot, country manager de la empresa australiana, dijo que «con suerte para 2028» se verá el impacto de una inversión semejante, es decir, ni siquiera en el próximo mandato. Además explicó que los australianos eligieron a la Argentina porque «hay unos vientos increíbles», pese a que «hay una guerra política constante y temas cambiarios difíciles».
Ocurre que no solo la exageración voluntarista de Fernández y su canciller Cafiero sirve para encender luces de alarma. No solo se trata de un proyecto en el que pocos encuentran verdadero sustento sino que por la magnitud de la inversión anunciada requeriría un cuidado especial en la selección de quien lo lleve adelante.
Pero los socios elegidos no son nuevos haciendo negocios en el país, y los antecedentes recientes son suficientemente escandalosos como para que todos intenten ocultarlos.
Fortescue Metals Group, la mega empresa australiana que prometió una inversión de U$S 8400 millones y la creación de 15.000 puestos de trabajo para instalar una planta de producción de «hidrógeno verde» en la provincia de Río Negro, ya estuvo trabajando en la provincia de San Juan, puntualmente en la explotación minera, en una inversión que también había anunciado como determinante para el futuro de la región cuyana y terminó en un verdadero escándalo en el que las denuncias de connivencia con el poder político no estuvieron ausentes.
La empresa compró concesiones pertenecientes a Campo Cortez Monrtoy (CCM) de Calingasta, pero olvidaron pagar los cánones de servidumbre y daños a los superficiarios (dueños de la superficie) como lo establece la ley, lo que suponía una suma millonaria. de hecho lama la atención que la inversión prometida fue de idéntico monto a la que ahora ofrece al gobierno nacional, del mismo modo que los puestos de trabajo que iba a crear también eran 15.000. Ni una cosa ni la otra se cumplieron y ni siquiera lo referido a los pagos mínimos del canon.
Fortescue adquirió esas exploraciones a la sanjuanina Argentina Minera SA sin comunicarlo fehacientemente a los dueños de las tierras y además fraguaron una operación en base a «concesiones mineras caducas, irregulares y perimidas y sin haber pagado las servidumbres de tránsito, ocupación, daños y perjuicios, como se manifiesta en el contrato aludido”, según notificó el abogado de los damnificados, configurando una verdadera estafa tendiente a evadir el pago de sus obligaciones.
En su momento los afectados denunciaros una posible vinculación entre los representantes de Fortescue y las autoridades sanjuaninas, concretamente con allegados del ex gobernador José Luis Gioja, quien casualmente habría sido quien acercó al gobierno de Alberto Fernández la propuesta que hoy se hizo pública.
Si a ello le sumamos que desde las áreas especializadas del propio Gobierno consideran que el anuncio es de «ciencia ficción» y explican que para generar hidrógeno verde se requieren altos volúmenes de energía eléctrica proveniente de renovables, llegaremos rápidamente a la conclusión que el anuncio peca de un optimismo desmesurado o esconde algo peor.
Porque las similitudes con aquella inversión «trucha» de San Juan hacen que ya no sean pocos los que presumen que, ahora también, el diablo metió la cola y alguien está haciendo un nuevo y rentable negocio en base al engaño y los falsos anuncios.
El tiempo dirá…
