Escalada sobre Montenegro: de manual y sin imaginación

Por Adrián FreijoLa escalada ha sido tan rápida como torpe. Como si el intento tuviese fecha de vencimiento la andanada kirchnerista sobre Mar del Plata echa mano a viejos y gastados manuales.

Aquel día de hace un par de semanas en el que se hizo pública una encuesta que indicaba que el 58% de los marplatenses estaba de acuerdo con la gestión de Guillermo Montenegro durante la pandemia mientras  el gobernador Axel Kicillof recogía  un 36 % de opiniones positivas, no era necesario ser un erudito en la política argentina y sus reacciones para saber que se venía una guerra cuyo único destino sería desgastar la imagen del intendente municipal. El kirchnerismo quiere poner un pie sobre Mar del Plata y no iba a consentir en que la buena relación entre el jefe comunal y la gente diera por tierra con sus intereses.

Pero tal vez por la sorpresa que generaron esos números -el muestreo abarcó a 92 de los 125 barrios oficiales del Partido de General Pueyrredon- el contraataque ordenado desde La Plata ha sido de una torpeza y una falta de inteligencia digno de los manuales de la Argentina autoritaria que parecen ser los únicos estudiados por nuestra dirigencia.

El retroceso a Fase 3 cuando dos horas antes General Pueyrredón estaba incluida en el decreto de aquellos partidos bonaerenses que continuaban en el escalón 4, los planteos del bloque kirchnerista en el Concejo reclamando al intendente tomar caminos y actitudes que la provincia no ha seguido, el inexplicable y desatinado portazo de Marcos Gutierrez a la Comisión de Reactivación Económica -lo que priva a Mar del Plata de un ámbito imprescindible para encontrar los consensos que alimenten un sano equilibrio entre la enfermedad y la necesidad-, la afirmación del excéntrico ministro de Salud bonaerense, sumido en mil debates improductivos durante el tiempo en el que debió atender una pandemia que le explotó en la cara, sosteniendo que Mar del Plata es «uno de aquellos distritos donde hay focos de transmisión comunitaria del virus que las autoridades locales no pudieron controlar» y por fin el acelerado rechazo de los protocolos elevados por el gobierno local fueron, en todos los casos, previsibles espasmos de una administración furiosa e impotente que sigue sin resolver aquellas cuestiones que, desde el fondo de la historia, han convertido en un calvario a la relación del peronismo con la ciudad.

Pero como la reflexión y la capacidad de corregir errores no parece ser un rasgo de quienes así actúan, es probable que la escalada continúe y que en los próximos días nuevos rayos y centellas sean lanzados desde los inquietos despachos de la ciudad de las diagonales para ser aquí amplificados por tanto fauno dispuesto a acatar órdenes, sin atender al sufrimiento de una comunidad que transita la emergencia con las pocas armas que tiene a mano y que día a día observa como se complica el panorama.

Deberá armarse de mucha paciencia el intendente para no entrar en un juego que ningún rédito puede traerle. Las necesidades de asistencia financiera de la ciudad y la precariedad de un sistema de salud básicamente administrado por la provincia y que «casualmente» en los últimos días comienza a anunciar un colapso mientras sus camas son ocupadas por pacientes arribados de distritos cercanos sin planificación ni cálculo, son motivos más que suficientes para que sopese cada una de sus decisiones.

Hace bien en salir a aclarar que, ante la falta de personal de salud, el municipio “contrató médicos para llevar adelante funciones en hospitales provinciales” o que «más del 50% de los testeos los hace el personal municipal». Es bueno que los vecinos lo sepan y que además comiencen a tener una mirada distinta sobre los trabajadores del municipio que en esta emergencia han respondido con presencia, coraje y mucho riesgo. Todo lo que se le informe a la comunidad es bueno y seguramente en este momento ajustar cada cosa que salga desde la administración adquiere un valor que hay que cuidar y optimizar.

Y no mucho más. A la agresión se le debe contestar con inteligencia y trabajo; a las operaciones de desgaste con serenidad para construir puentes con el resto de la comunidad.

Que no es tonta, mira, escucha…y siempre entiende.