LA ESTUPIDEZ DE LOS COMEDIDOS

Muchos parecen haber perdido el rumbo en las cercanías del intendente. La insistencia en agredir a la figura de Carlos Arroyo demuestra que poco y nada entendieron del voto de la gente.

El 72% de los marplatenses dijeron el domingo de las PASO que no quieren que Gustavo Pulti los siga gobernando. Un número apabullante que debería movilizar en el interesado la idea de que algo se ha hecho mal o se ha comunicado mal.

No es por cierto la actual una gestión quieta. Nunca antes se habían hecho tantas obras en la ciudad y sobre todo jamás con un criterio de proyección futura y de planificación. La Mar del Plata que deja Pulti poco y nada tiene que ver con la que recibió; enumerarlo sería ocioso y negarlo infantil.

Pero algo ha ocurrido en el camino que hizo que se rompiera la relación con la gente. Y seguramente no es el agravio la mejor forma de recuperar la marcha.

Muchos colaboradores del jefe comunal parecen por estas horas empecinados en buscar la descalificación del adversario como forma de revertir aquel resultado electoral adverso. Y seguramente se equivocan y terminan por lesionar la figura de su jefe.

La gente emparenta el maltrato con un tiempo político del que, por el motivo que fuese Gustavo Pulti ha sido parte. Y que está representado por una expresión partidaria que en Mar del Plata tiene hoy dificultades de inserción y pareciera haberse adueñado de gran parte de lo que fue un proyecto local que el electorado supo apoyar no hace demasiado tiempo.

El camino es entonces demostrar que aquella expresión municipalista sigue viva, que hay una voluntad de atender el mensaje de las urnas y que no se cae en el error de enojarse con la gente porque votó de determinada forma.

Hay mucho que explicar y nada que justifique el agravio. Es para Pulti y Acción Marplatense un tiempo en el que, entre otras cosas, deberá demostrar apego a las reglas democráticas y respeto por una voluntad popular que supo favorecerlo y que hoy puede ser esquiva.

Porque nada está dicho, y así como el ciudadano castiga al que no lo interpreta suele apoyar cuando percibe que el castigado entendió el mensaje.

El problema no es Carlos Arroyo, en quien una importante cantidad de vecinos parecen haber depositado ahora su confianza. El problema es entender que el debate pasa por las ideas y los proyectos y no por la furia o las chicanas.

Y la única solución es algo de lo que el intendente ha dmostrado saber mucho: hacer política.

Nada más.