LA «EXITOSA» CULTURA DEL APRIETE EN LA ARGENTINA

En la Argentina todo el que aprieta, gana. Piqueteros, minorías, marginales y hasta el propio estado han perdido la capacidad de persuadir, conducir y gobernar y ya saben que apretando siempre conseguirán lo que buscan.

Aprietan los piqueteros y tarde o temprano consiguen lo que quieren…

Aprietan las minorías y arrancan leyes que las convierten en mayorías o, lo que es peor, en grupos privilegiados que le imponen agenda a las mayorías…

Aprietan los trapitos en las esquinas y consiguen una propina a cambio de no agredir, no insultar y no arruinar el automóvil de un ciudadanos que seguramente no lo robó ni es culpable de la marginalidad del agresor…

Aprieta la policía y consigue una confesión forzada que, por insostenible y por los métodos con los que se ha logrado, es semilla segura de nulidades futuras. Si el apretado es culpable quedará impune y si quien cometió el delito es otro contará con todo el tiempo del mundo para profugarse y no pagar jamás por su crimen…

Aprietan médicos y docentes dejando a niños y enfermos sin salud ni educación…en nombre de la salud y la educación.

Aprieta el estado imponiendo por el solo peso de mayorías circunstanciales nuevos impuestos y cargas sobre la sociedad para devolverle menos servicios y peor calidad de vida…

Aprietan los barrabravas y terminan quedándose con millones de pesos y adueñándose de la vida de los clubes, los estadios y la seguridad de miles de personas que solo quieren ver un partido de fútbol…

Podríamos seguir hasta el infinito. En la Argentina todo el que aprieta, gana..

¿Gana o pierde?…

Porque los piqueteros seguirán siendo seres humanos que deben marchar, voluntaria u obligadamente, para conseguir una dádiva que no le alcanzará para construir una vida digna y lo sumirá en una nueva forma de esclavitud de nuestro tiempo…

Y las minorías continuarán observando como esa sociedad a la que apretaron, injuriaron y estigmatizaron con insultos y agresiones sigue sin entender algo tan sencillo como es la igualdad de derechos y va construyendo un sordo rencor hacia quienes pretenden imponerle en vez de convencerla…

Porque los trapitos seguirán deambulando su decrepitud humana por las esquinas sin conseguir salir de su marginalidad, quemando vida y esperando que la muerte los sorprenda en la calle…

Porque los policías saldrán a la calle en vetustos patrulleros sin combustible, armados con pistolas y escopetas de las que los delincuentes se burlan por su antigüedad y falta de mantenimiento y sabiendo que cada vez que se jueguen la vida ante el delito serán vistos por la justicia como sospechosos y su calvario durará mucho más allá de la de los autores de un delito.

Porque médicos y docentes irán poco a poco perdiendo el fuego sagrado de sus vocaciones y deberán integrarse a un sistema en el que los sindicalistas tienen mucho más peso que los verdaderos actores y al hacerlo estarán asumiendo su propio fracaso como personas y profesionales…

Porque los barrabravas vivirán mirando por sobre su hombro, sabiendo que aquel que hoy está dos escalones más atrás solo espera el momento de asestar el golpe mortal que lo convierta -al menos por un tiempo- en el nuevo jefe de la banda…

Y el estado, que encarna en personas y nombres, seguirá adelante mientras los privilegiados de hoy no pueden salir a la calle sin recibir el repudio de la ciudadanía mientras sus hijos padecen la vergüenza de portar un apellido desprestigiado y rechazado por todos…

En la Argentina del apriete los apretadores ganan y a la vez pierden..

Porque de eso se trata nuestro fracaso común.

 

Nota de Adrián Freijo publicada el 27 de septiembre de 2021 (Archivo Libre Expresión)