La FIFA sufre el «Efecto Argentina» y se le van inversores

La corrupción es buen negocio para sus cultores pero no para los países e instituciones. Las sospechas que rodean a la FIFA la están dejando sin aportes.

Por diferentes motivos, muchos de ellos de público conocimiento, pero sobre todo por sospechas de corrupción, hace años que la credibilidad de la FIFA se mantiene en jaque.
Hace pocos días, el ente rector del fútbol mundial sufrió un nuevo castigo «moral», esta vez la manos de sus patrocinadores Johnson & Johnson, Castrol y Continental, empresas multinacionales que decidieron retirarse como patrocinadores de los diferentes competencias que organiza la Federación.
Así lo confirmó el diario británico The Telegraph, que aseguró que estas marcas decidieron discontinuar sus aportes. El golpe le significa a la organización dirigida por Joseph Blatter pérdidas que rondan los u$s 1500 millones anuales.
Las reconocidas compañías finalizaron sus contratos a partir de este año y aseguraron, según trascendidos, que la decisión estaba vinculada a estudios de viabilidad económica.
Las primeras en renunciar habían sido las compañías Sony y la aerolínea Emirates. El gigante japonés tenía un importante contrato por u$s 2 mil millones desde 2005, siendo uno de los primeros socios de la FIFA. Emirates, en tanto, se sumó como patrocinador del Mundial de Alemania, en 2006.
Continental se incorporó en 2003, Castrol en 2008 y Johnson & Johnson en 2011.
«Ya no somos patrocinadores de la FIFA, creo que desde el Mundial del año pasado», confirmó un portavoz de Johnson and Johnson, citado por el Telegraph. «Ha sido una gran plataforma para nosotros y ahora utilizamos el fútbol en un nivel regional», explicó Continental al periódico.
En un comunicado enviado a la agencia AFP, la FIFA consideró «natural» que haya empresas que decidan variar sus estrategias de patrocinios.
Sin embargo, periodistas y expertos en marketing deportivo aseguran que estas decisiones están estrechamente ligadas a acusaciones recibidas por la entidad en torno a la posibilidad de que el Mundial de Fútbol de Qatar 2022 haya sido literalmente «comprado» por ese país.