En cada rubro los gobiernos, sin distinción de jurisdicción ni partido, que la economía y el comercio crecieron fuertemente en el último año. Una ficción perversa que solo califica a quienes la usan.
La economía registró una suba del 10,3% en el año pasado y fue el primer indicador positivo después de tres años de recesión y el nivel más alto de crecimiento desde el 2004, según informó hoy el INDEC.
El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), que releva la producción mensual de bienes y servicios, superó también el máximo histórico del 10,1% que se registró en el 2010.
El último dato positivo de crecimiento anual de la economía se registró en el 2018, cuando subió un 2,6%, para caer un 2,6 al año siguiente, un 2,0% en el 2019, y un 10,2 en el 2020, cuando fue afectada por la irrupción de la pandemia del Covid 19.
Hasta aquí lo que los fríos datos del INDEC, acompañados de amañados comentarios al pie de página, pretenden hacernos creer a los argentinos. La realidad es que ese 10,3% es lo que creció la economía desde un subsuelo al que la condenó un año y medio de parate por la pandemia y que colocó el punto de partida en índices que fueron propios del país de hace una década y media.
Para sostener un crecimiento compatible con el necesario para un moderado desarrollo y sobre todo un avance en los indicadores sociales y económicos básicos -creación de empleo, suba del ingreso per cápita, inversión y ahorro, valor de los activos comerciales e inmuebles y movilidad social ascendente- deberíamos ubicarnos en un 22,4% con respecto a aquel hoy lejano 2018 en el que, dicho sea de paso, la economía nacional estaba para festejar demasiado.
Ese número permitiría concluir una verdadera recuperación de lo perdido en este tiempo de excepción y significaría una buena base de despegue para avanzar en el sentido correcto.
Pero, ya es sabido, en la Argentina un título y un poco de marketing siempre son más tentadores que la verdad. ¿O usted creía que estamos como estamos por fuerza de la casualidad?.
Siga el baile…
