Para la Iglesia es «innegable» la caída de los salarios

 El cardenal Poli puede recibir a piqueteros que reclaman bolsones de comida la semana próxima y otras comunidades religiosas expresaron su inquietud.

En un contexto de violencia y reclamos salariales de fin de año, la Iglesia se mete de lleno “en el barro” como pide el Papa Francisco, para apaciguar los ánimos y, de ser necesario, acompañar instancias de diálogo que eviten que el conflicto se transforme en crisis.
Los obispos católicos, y también referentes judíos e islámicos, empezaron a salir a las “periferias existenciales” para escuchar y estar cerca de no pocos argentinos en situación de pobreza estructural de la que, según advirtieron, “no se sale” con planes sociales sino con trabajo en blanco, vivienda e infraestructura.
Los referentes eclesiásticos tampoco callaron frente a temas coyunturales espinosos: el sueldo para presos y las salidas transitorias de los condenados; la inseguridad, la droga y la trata de personas, y el “apuro” para sancionar leyes fundamentales como el Código Civil y Comercial o el Código Procesal Penal.
“La pérdida del poder adquisitivo de los salarios es un hecho objetivo”, aseveró el presidente de la Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, al ser consultado sobre las demandas de gremios y organizaciones sociales de un plus salarial de fin de año que compense el desfasaje producido por la inflación.
El prelado manifestó que ese organismo eclesiástico no prevé de momento convocar a mesas de discusión en ese sentido, aunque sostuvo que desde la Iglesia “siempre alentamos instancias de diálogo entre diversos sectores de la sociedad y las autoridades correspondientes”.
En este escenario, el arzobispo de Buenos Aires y vicepresidente del Episcopado, cardenal Mario Poli, quien hace unos días pidió a la dirigencia política dejar atrás la puja por “los espacios de poder”, prometió reunirse la semana entrante con militantes de Barrios de Pie.
Los referentes de este movimiento social, que realizó protestas para exigir bolsones de comida y el pago de un bono navideño para los integrantes de planes de cooperativas, solicitaron una audiencia al purpurado porteño para requerirle que interceda ante la negativa del Gobierno a escuchar sus reclamos.
Esa opción de los obispos de “embarrarse” en la coyuntura social del país, ese estar con “un oído en el Evangelio y otro en el pueblo” como predicaba el obispo Enrique Angelelli, asesinado durante la dictadura militar, conlleva riesgos. No siempre físicos pero en casos los pone a tiro de expresiones intolerantes de sectores políticos.
Tal el caso de los obispos chubutenses Joaquín Gimeno Lahoz, Fernando Croxatto y José Slaby, quienes fueron agredidos verbalmente por el diputado kirchnerista Carlos Gómez, después de que estos criticaran el modo en que se trató la iniciativa popular para limitar las actividades extractivas que pudieran ocasionar daños ambientales.
El legislador provincial acusó a los prelados de “estar actuando como en el ‘55” y “perseguir” a los diputados peronistas que no apoyaron el debate por la megaminería. Expresiones contrarias a los obispos que merecieron el repudio general.
Las declaraciones de Gómez azuzaron el escándalo suscitado en la provincia a raíz de un mensaje de texto enviado por un empresario minero, en plena discusión legislativa, al celular del diputado kirchnerista Gustavo Muñoz “sugiriendo” cambios al proyecto.
En Córdoba, referentes de los credos nucleados en el Comité Interreligioso por la Paz (Comipaz) se embarcaron en una tarea preventiva, al lanzar una campaña para “reafirmar valores” con la intención de recuperar el tejido social y fomentar el reencuentro entre los vecinos.
La iniciativa se instrumentó al cumplirse un año de los hechos trágicos de diciembre, cuando las fuerzas policiales realizaron una huelga y barrios enteros quedaron desprotegidos en medio de saqueos.
“Queremos trabajar para rearmar el tejido social, que en Córdoba manifestó uno de sus peores rostros con la violencia, los saqueos y el paro de los policías”, sostuvo el obispo auxiliar de Córdoba, monseñor Pedro Torres, uno de los promotores de la idea.