Durante décadas Cuba tiñó de «revolución» un régimen autoritario clásico de América Latina. Los desastres económicos fueron suplantados por el relato y el mito.
Las misiones médicas cubanas son una formidable maquinaria de propaganda, lucro y subversión. Si todavía están a tiempo, los argentinos deberían considerar el establecimiento de una de estas misiones en su país como una amenaza de seguridad antes que como un servicio de salud. Bajo el pretexto de curar cuerpos vienen a enfermar almas.
PARA UN MÉDICO CUBANO, FORMAR PARTE DE UNA MISIÓN ES UNA DECISIÓN «OBLIGUNTARIA»
Para un médico cubano, el llamado a formar parte de una misión obedece a un principio de coacción. Como se dice en la isla, es una decisión «obliguntaria». Decir que no vas equivale a quedarte fuera de la Revolución: dejas de ser una persona de confianza. Y ya sabemos que en las dictaduras, como en la mafia, la confianza es la frontera entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.
A fin de evitar la muerte política y social, o bien por conveniencia o convicción, los médicos de las misiones se entregan a un singular régimen de esclavitud profesional. En caso generoso, la dictadura sólo devuelve a los misioneros cerca del 28 por ciento del salario pagado por el país receptor. Se entiende entonces que, de todas las posibilidades que ofrecen las misiones, la mejor sea desertar. De septiembre del 2013 a septiembre del 2014 abandonaron las misiones 1,100 médicos; un promedio de tres al día. En Miami, un neurocirujano gana más limpiando pisos que cualquiera de sus colegas en la isla. El exilio es también una conquista del proletariado.
LA EXCELENCIA DEL SISTEMA DE SALUD CUBANO ES UN MITO DE LA DICTADURA
La excelencia del sistema de salud cubano es un mito de la dictadura. Frente a los pocos hospitales y salas dedicados al cuidado de extranjeros y de la elite, las facilidades permitidas al pueblo quedan por debajo de las de Haití. Cuando la cosa se pone seria, los jerarcas castristas vuelan a Europa o Estados Unidos. A Fidel y Raúl Castro los trata el madrileño José Luis García Sabrido, el mismo cirujano del presidente de gobierno español Mariano Rajoy. Una simple búsqueda en la red por «hospitales cubanos» revela imágenes de miseria y abandono difíciles de conciliar con el concepto de potencia médica.
Según la Asociación Médica Brasileña, el título de médico en Cuba se equipara a un diploma de enfermero en Brasil. Más de un 75 por ciento de los graduados cubanos fracasan en revalidar sus estudios en Estados Unidos. Instituciones y profesionales de Argentina han alertado del insólito volumen de complicaciones postoperatorias de los enfermos de cataratas intervenidos en las misiones castristas de Bolivia.
LA DICTADURA VENDE A SUS CIUDADANOS COMO CONEJILLOS DE INDIAS PARA PRUEBAS CON GRANDES NÚCLEOS POBLACIONALES
Un aspecto apenas comentado de las misiones son las pruebas de campo de vacunas y medicamentos de las industrias farmacéuticas cubana y extranjera. Con decenas de miles de profesionales destacados a lo largo y ancho del planeta, casi siempre en áreas de escasa supervisión gubernamental, los Castro ofrecen una excepcional capacidad de muestreo a través de razas, zonas climáticas y costumbres. Ajeno a las alianzas ideológicas, este círculo de corrupción concierne a firmas y organismos transnacionales.
Desde la década de 1970, la dictadura vende a sus ciudadanos como conejillos de indias para pruebas con grandes núcleos poblacionales. Tres generaciones de cubanos recordamos las continuas campañas de vacunación en escuelas, centros de trabajo, unidades militares y prisiones. No menos sospechosos son los habituales brotes de enfermedades exóticas localizados en territorios celosamente controlados por los funcionarios de salud y la Seguridad del Estado. Por no hablar de la reiterada compulsión revolucionaria a donar sangre en una nación sin grandes catástrofes naturales ni víctimas de guerra.
Por estos días presenciamos el enigma de la misión médica enviada a combatir el ébola en Sierra Leona. Elogiados con bombos y platillos hasta por el secretario de Estado, John Kerry, los profesionales cubanos permanecen hacinados en insalubres instalaciones, a diferencia de otros contingentes europeos, norteamericanos y africanos. Diríase que no han ido a luchar contra el ébola sino a contraerlo. El primer médico contaminado fue enviado al lejano Hospital Universitario de Ginebra, que estudia una de las más prometedoras vacunas y mantiene un reservado acuerdo de cooperación con instituciones castristas. Quizás los experimentadores hayan pasado a ser objeto de experimentación.
LAS RAMIFICACIONES DE SEMEJANTE ESTRUCTURA EN OPERACIONES DE REPRESIÓN, CONTRABANDO DE ARMAS Y NARCOTRÁFICO SON INSONDABLES
Aparte de viajar en calidad de esclavos, con sus movimientos y contactos férreamente restringidos, los médicos y técnicos operan como agentes de inteligencia. A través de las misiones, la Seguridad del Estado ayuda a las fuerzas locales de izquierda a identificar, captar y entrenar elementos que avancen sus programas de conquista del poder. Venezuela es el ejemplo clásico. De la Misión Barrio Adentro surgió el aparato de movilización chavista. Cada clínica, un puesto de mando. Las ramificaciones de semejante estructura en operaciones de represión, contrabando de armas y narcotráfico son insondables. Cuba pone en pie un modelo de dominación y lo cobra en oro.
Ese ejército de sombras jugó un papel determinante en la consolidación del chavismo. Recientemente dio muestra de su garra al sofocar las protestas de estudiantes y opositores en Caracas y otras ciudades. Por los escrúpulos de su propia naturaleza, los demócratas venezolanos perdieron la batalla. ¿La perderán los argentinos? Cuesta creer que tan perfecto aparato de opresión y encanallamiento se ponga en marcha simplemente cuando el médico cubano toca a la puerta.