Una argentina apasionada por bailar samba en Japón

Romina Montalván trabajaba en una fábrica como una japonesa más, pero se hartó del letargo y largó todo para redescubrir su vocación de bailarina. Sin prejuicios, hace lo que disfruta.  

romiDejó Argentina para mudarse a tierras niponas con el proyecto de formar una familia en Saitama, pero las vicisitudes de la vida la llevaron a cambiar totalmente sus planes. Se separó de su marido argentino-japonés y tomó la decisión de quedarse en Japón para empezar de nuevo sola en Osaka.

Mientras trabajaba en un restaurante, recibió la propuesta de cambiar su rol para convertirse en bailarina. Con el tiempo y por afinidad con otras chicas de Brasil, se metió de lleno en el colorido mundo de la samba. Su elección resultó ser una rareza porque para los japoneses lo natural era ver argentinos bailando tango.

De hecho, en algunos trabajos le pidieron que cuando bailara samba no se diera a conocer como argentina y que si le preguntaban algo no contestara para que no se dieran cuenta de que no era brasilera.

rominamontalvansambaSuperando algunos prejuicios, su recorrido como bailarina se extendió a diversos ámbitos artísticos, incluidos aquellos en los que otras chicas que bailaban también estaban dispuestas a dar otro tipo de servicios. Más allá de los preconceptos, siguió adelante con su vocación, aún teniendo que aclarar cada tanto que sólo se dedica a bailar y dejar establecido de manera concreta que no ejerce la prostitución.

Tras experimentar por varios años una vida muy «japonizada» (como ella misma lo define), Romina se enamoró de un fotógrafo chileno que estaba de visita en Tokio y se animó a dejar todo por amor. Después de un año de romance a distancia, ella vendió todas sus cosas porque él la esperaba en Chile.

Recién llegada al país trasandino, Romina Montalván contó detalles de su intensa historia de inmigrante en diálogo con la periodista Florencia Cordero en el programa Un Lugar en el Mundo de Radio Brisas de Mar del Plata.

Publicado en Un Lugar en el Mundo