Por Adrián Freijo – Nada está arreglado y nada está resuelto; la gobernadora -que no aceptó siquiera una foto con el cabizbajo intendente- puso condiciones que Zorro Uno no puede cuestionar.
Todos eran concientes que «lo importante» se organizaba en la sala en la que se produjo la reunión en que el secretario de Obras, Guillermo de Paz y el secretario de Economía
Gustavo Schroeder dialogaban con uno de los cinco equipos de trabajo coordinados por el subsecretario de Desarrollo de Infraestructura Local, Luis César Giménez, para poner en conocimiento a la administración provincial sobre el estado de las obras planificadas en el presupuesto 2016.
No hacía muchas semanas se había concretado una ronda semejante de conversaciones cuyas conclusiones, una vez más, fueron retaceadas por el gobierno de Vidal y exageradas hasta la ingenuidad por los difusos voceros de Arroyo.
La finalidad del encuentro de hace algo más de un mes fue, principalmente, poder llegar a un acuerdo con el Banco Provincia para poder dar fin al descubierto bancario que tiene Mar del Plata y así lograr el autosustento. La meta más grande era alcanzar este objetivo en el menor tiempo posible; no se consiguió.
La reciente presencia en Mar del Plata del titular del banco del estado provincial -cuyas declaraciones fueron capciosamente interpretadas según «el color del cristal con que se mira», en esta etapa en la que reaparecieron por debajo de la mesa los fondos para mantener felices a varios periodistas y/o cosas parecidas, sirvió para que los que quieren entender, entiendan : hay una leve mejora en el rojo de las cuentas municipales, pero se ha logrado en base a la inacción más absoluta y un creciente incumplimiento con los proveedores.
Por eso Juan Curuchet se preocupó en acentuar que «Mar del Plata ha sido el principal dolor de cabeza de mi gestión, y todavía falta mucho para normalizar los números».
Por eso es fundamental sumar los datos conocidos y no caer en la tentación, propia de periodistas principiantes o toscos operadores de ocasión disfrazados de tales, de buscar una explicación a «esta» reunión sin tener en cuenta la seguidilla que se inicia en aquel mediodía de Chapadmalal en la que la gobernadora le puso un límite a los desvaríos de Arroyo: «hasta marzo, dijo Vidal. Después tomaremos una decisión».
Esas palabras, más el diagnóstico de Curuchet, más el convencimiento de lo inevitable del conflicto con los municipales por la poca predisposición del intendente a sostener la posición terminante que desde La Plata le ordena no negociar por arriba del 18%, más las recurrentes crisis en el gabinete que, ahora con sordina debido a cierta «vergüenza» de los funcionarios y a la imposibilidad de confrontar entre personas que ni se dirigen la palabra, más la implosión del bloque de concejales de Cambiemos con el radicalismo más atento a su interna que a las cuestiones de gobierno, la huida de algunos de sus integrantes y la pésima comunicación con los «Guillermo’Boys» y sobre todo con Aicega, hacen que para ese interventor ad hoc enviado por la mandataria «en Mar del Plata hay que hablar con De Paz, que entiende, y con Schroeder, que al menos sabe de números y si lo apoyamos no va a entrar en el espiral delirante del arroyismo».
Así define Joaquín de la Torre la situación y en consecuencia propone que al jefe comunal se lo someta a un cerco que, como suele decir en comidas de amigos, «lo tenga más quieto que a un hamster en su jaula, con una ruedita en la que cree que hace acrobacia y en realidad lo tiene siempre en el mismo lugar».
Así el encuentro entre Arroyo y Vidal, una vez más a solas y sin fotos ni comunicados tal como una continuidad de la visita al HIGA a la que el intendente «se coló» cuando no había sido invitado y además fue tratado por la mandataria casi como a un andamio, transcurrió con un monólogo en el que Zorro Uno se sintió como debió hacerlo su amado Rommel mientras subía a un coche de Estado Mayor acompañado por los generales Burgdorff y Maissel que le alcanzaron la pastilla de cianuro con la que moriría apenas cinco minutos después en el asiento trasero.
Con menos dramatismo el ultimátum llegó en la forma más civilizada de tres medidas inmediatas a tomar:
1- Bajo ningún aspecto podrá negociar un aumento mayor del 18% para los municipales;
2- No más allá de marzo deberá desplazar del gabinete a todos los funcionarios conflictivos, con Rojas y Gustavo Blanco a la cabeza, y los reemplazantes se los comunicará el gobierno provincial.
3- El descubierto con el Banco Provincia deberá caer hasta desaparecer no más allá de julio, para lo que entre otras cosas Arroyo deberá achicar la plantilla política al 50% de la cantidad de funcionarios que hoy tiene.
Hubo otros temas, desgranados en un tono que no se acercó siquiera a la cordialidad, y la fría despedida llevó la clara admonición de María Eugenia Vidal: «faltan pocas semanas hasta que termine marzo; trate de aprovecharlas».
En resúmen un momento delicado, con pautas difíciles de cumplir y con un creciente debate en el gabinete provincial acerca de la conveniencia o no de afrontar el año electoral en medio de este verdadero tembladeral marplatense.
Algo que ya todos dudan pueda llegar a resolverse con los caprichos del intendente que…sigue sin entender.