La revista francesa ya había padecido un atentado en 2006

El primer ministro, François Fillon, ha expresado su «indignación» por el atentado, condenado por el conjunto de la clase política y de los medios franceses. 

La sede del semanario satírico Charlie Hebdo resultó ayer gravemente dañada por un ataque con un cóctel molotov, que provocó un incendio y dejó las instalaciones inutilizables. El asalto parece claramente vinculado al número publicado ayer, rebautizado excepcionalmente como Sharia Hebdo, y dedicado al avance islamista en Túnez y Libia.

En la portada aparece un dibujo del profeta Mahoma, nombrado «redactor jefe» del número.

El primer ministro, François Fillon, ha expresado su «indignación» por el atentado, que ha sido condenado por el conjunto de la clase política y de los medios franceses. La portada, que ya había provocado cierto revuelo en las redes sociales en los últimos días, retrata al profeta, sonriente, prometiendo «100 latigazos a quienes no se mueran de risa».

El número tenía como objetivo «celebrar la victoria» del partido islamista Ennahda en Túnez y el anuncio por parte del Consejo Nacional de Transición libio de que la sharía sería la principal fuente de la nueva Constitución del país.

Los 75.000 ejemplares distribuidos ayer se agotaron en apenas unas horas. Algunos quiosqueros, sin embargo, se habían negado a distribuirlo por miedo a las represalias.
«En Twitter, en Facebook, hemos recibido muchas cartas de protesta, de amenazas y de insultos», explicó el director de la publicación, el dibujante Stéphane Charbonnier, Charb, para quien no cabe duda de que el ataque es obra del integrismo musulmán. Además del ataque, que ha destruido el material informático del semanario, durante la mañana de ayer la web fue temporalmente pirateada y redirigía hacia unas imágenes de la Meca con la inscripción en inglés: «No god but Allah» (Ningún otro Dios que Alá).

La revista, del estilo de El Jueves, ya había recibido amenazas parecidas en 2006, cuando reprodujo las caricaturas de Mahoma publicadas por el diario danés Jyllands-Posten, en defensa de la libertad de expresión, acompañadas por retratos de varios de sus dibujantes. Al año siguiente, la publicación fue a juicio, demandada por varias organizaciones islámicas, y fue absuelta al considerarse que las caricaturas no atacaban al islam, sino a los integristas.

La condena del ataque de ayer y la defensa del derecho a la libertad de expresión ha sido unánime en la clase política y en los medios de comunicación de Francia, algunos de los cuales han abierto sus redacciones a los periodistas de Charlie Hebdo para que puedan seguir trabajando. Estos se instalaron ayer a mediodía en los despachos del diario Libération. «Pase lo que pase lograremos sacar adelante el número de la semana que viene», advirtió Charb.

A las condenas se ha sumando el Consejo Nacional del Culto Musulmán, que recordó sin embargo que hacer una caricatura del profeta «es considerado como una ofensa por los musulmanes».