LA IDA DE MILANI Y LAS COSAS QUE TENSAN AL GOBIERNO

La salida de Milani marca el final de un mes de tensiones entre el militar y el gobierno. Se adelantó a una decisión que ya había tomado la Presidente ante las quejas de miembros del gabinete.

Puede haber sido sorpresivo el pedido de pase a retiro de César Milani en lo que tiene que ver con el momento y sobre todo en que haya partido de un pedido personal del jefe militar. Pero no mucho más que eso.

La relación con el gobierno se había desgastado rápidamente por actitudes que en la Casa Rosada consideraban inconsultas. «Parece que el hombre se sentía intocable» dicen ahora en las cercanías de Cristina, haciendo referencia a algunos actos explícitos de rebeldía que había mostrado en los últimos dos meses.

Al parecer Milani ya no consultaba ni comunicaba nada al ministro Rossi y dispuso por la suya el ascenso de un coronel cuyo pliego había sido retirado por el Ejecutivo del grupo que iba a ser elevado al Senado tal cual ocurre cada año. Aunque lo que más preocupaba a varios ministros era el manejo discrecional que el uniformado hacía de información sensible que recogía en su función de principal actor de la inteligencia argentina.

Y si algo faltaba para erosionar su hasta hace poco sólida imágen fue lo que en la cúpula del poder se consideraba un acercamiento excesivo a Daniel Scioli, a punto tal que el gobernador bonaerense se había erigido en el gran defensor de Milani cuando ya se rumoreaba en los pasillos de Balcarce 50 que su salida estaba en la agenda presidencial.

No fueron pocos los ministros más cercanos a Cristina que le habrían pedido que tomara cartas en el asunto. Sospechaban que detrás de esas actitudes de independencia podía esconderse la intención de presionar -algunos utilizaron la palabra extorionar- al gobierno para que mejorara su posición en las causas judiciales que lo involucran y que sugestivamente comenzaron a moverse en las últimas horas.

En las últimas horas surgió la versión de que podría ser reubicado en la nueva Agencia Nacional de Inteligencia, tal vez como una forma de tenerlo controlado y no producir un enfrentamiento que nadie quiere por temor a la documentación que Milani pueda haber atesorado durante este tiempo.

Sin embargo el propio Agustín Rossi desmintió expresamente que el ex jefe del Ejército vaya a ocupar cargo alguno, aunque no fue tajante al momento de analizar una posible salida de Parrili de la nueva estructura.

Pero el lastre que la presencia del militar podría significar durante el tiempo de campaña hace que tal posibilidad esté al menos en discusión.

Lo que es claro, y todos lo saben, es que el nombre de Julio César Milani seguirá sonando por más tiempo y que ese sonido no va a ser cómodo para el oficialismo. Que por estas horas debe estar arrepintiéndose de haberlo sostenido en su puesto mucho más allá de la lógica y los escándalos.