Por Adrián Freijo – Donald Trump vino a la Cumbre del G20 con el objetivo prioritario de frenar el avance de China en la región. Todos lo sabían y prepararon sus estrategias. Todos, menos Macri.
El relanzamiento de tratados bilaterales con Canadá y México, la reunión con el presidente Xi Jinping para buscar no mucho más que una tregua en la batalla arancelaria y el encuentro con Mauricio Macri para exigir que Argentina no avance en los planes de asociación con el gigante asiático son sin duda alguna las prioridades del presidente DonaldTrump en esta ronda del devaluado G20.
Tal es así que hasta sorprende que el mandatario norteamericano haya accedido a estar presente en una expresión de multilateralismo que de manera alguna tiene que ver con las estrategias diplomáticas que impuso a su administración desde su inicio: es sabido que el magnate prefiere las relaciones bilaterales, en las que con más comodidad puede imponer el peso de los EEUU en el concierto mundial.
En su reunión con el presidente argentino el tema China ocupó el centro de la escena. Y Trump fue taxativo ala hora de «recomendar» que los acercamientos comerciales y estratégicos entre nuestro país y el asiático no siguieran avanzando tan agresivamente.
El tema de la base militar en el sur no estuvo ajeno y el mandatario estadounidense exigió la contrapartida de una base de su país instalada en el territorio nacional y con toda la tecnología necesaria para controlar posibles actividades de espionaje chino.
La cuestión ya había sido planteada durante la visita de Macri a la Casa Blanca pero la demora y los engorrosos trámites hicieron sospechar a Trump quien esta vez, y sin disimulo, ejerció toda la presión de la que suele hacer gala. Máxime cuando se enteró que la condición puesta por nuestro país -que la autorización pasase por el Congreso- no le fue requerida a China que se instaló con bandera y banda gracias a un decreto presidencial.
Hasta aquí cuestiones diplomáticas que no hacen otra cosa que mostrar, una vez más, la debilidad estructural de nuestro país: por dinero debemos ceder a las condiciones comerciales que impone China y por dinero debemos bajar la cabeza ante las imposiciones norteamericanas.
Nunca es triste la verdad…lo que no tiene es remedio.
Pero la estupidez de omitir en el comunicado oficial de nuestra cancillería toda alusión a la presencia del tema China en el diálogo entre ambos mandatarios nos lleva a un papelón, uno más, que marca la impericia del equipo de gobierno del presidente Macri. ¿Nadie en su entorno le advirtió que Trump no iba a dejar pasar la oportunidad de hacer pública la adhesión argentina a sus preocupaciones por las políticas de Jiping?. ¿Puede ser que nadie haya tomado nota de la concepción brutal que el mandatario yankee tiene de lo que él supone «diplomacia»?.
No habían pasado muchos minutos del olvidadizo comunicado de nuestro país cuando desde la Secretaría de Estado del los EEUU se emitió otro en el que se resaltaba que el argentino había tomado el compromiso de acompañar a su país en la lucha contra «la actividad económica depredadora china». en la región.
Entre no haber hablado del tema y haber afirmado semejante cosa hay un trecho evidente que Macri creyó poder recorrer en silencio y en puntillas. Pero tropezó con el cristalero y todos los presentes tomaron nota.
¿Qué le va a decir ahora a su par chino, al que se disponía a pedir más financiamiento y más inversiones?, ¿qué fue un chiste?, ¿qué en realidad Argentina es aliado de su país en la guerra comercial con los EEUU?.
¿Qué le va a decir?, ¿qué cosa puede borrar el papelón y el infantil tropiezo diplomático?.
A excepción de Carlos Menem -que ya concurría a estos encuentros con el pantalón por las rodillas- todos los presidentes argentinos creyeron que eran más vivos que todos sus colegas y que esa viveza les podía permitir flotar entre varias aguas sin que nadie se diese cuenta. Y así les fue…
Y así nos va. Un diplomático en serio por acá; un asesor capaz de marcar errores por allá…un presidente serio..¿por dónde?.