La 1139 víctimas esperan que Mar del Plata atienda la violencia de género

En 944 de ellas había existido una relación previa entre víctima y victimario. Las proyecciones indican que las víctimas rondarían las 7.000, pero la mayoría sigue sin denunciarlos.

Mariana Horowitz (42) quería reencontrase con su hijo después de volver de un viaje a Chile. Por eso, el mediodía del 28 de marzo de 2014 llegó hasta la casa de su ex marido en el barrio Alfar para buscarlo y llevarlo de nuevo a Villa Gesell donde vivían juntos. Pero el nene no estaba ahí.
En su lugar había una trampa mortal: Ariel Ito, con quien había mantenido una relación durante una década, la mató de varios disparos después de tener una discusión.
Horowitz fue una de las dos víctimas de femicidio que hubo en la ciudad durante el 2014, un año en que las mujeres sufrieron la violencia de género: en Mar del Plata se denunciaron tres casos por día. Un dato es revelador: en el 83% de esas denuncias la víctima tuvo una relación previa con el golpeador.
La cifras oficiales elaboradas por el Centro Municipal de Análisis y Desarrollo del Delito dependiente de la Secretaría de Seguridad muestran que en 2014 hubo 1.139 denuncias en la Comisaría de la Mujer y la Justicia por violencia de género. Pero los especialistas estiman que las víctimas podrían haber sido más de 7 mil. Es que en la mayoría de los casos las mujeres piden ayuda en un centro de atención o vía telefónica pero luego desisten de hacer la denuncia.
Durmiendo con el enemigo
De los hechos que ingresaron a la policía, en 944 (83%) la víctima estaba durmiendo con el enemigo: tenía una relación con el agresor. De ese número, en 418 denuncias el violento estaba dentro del ámbito doméstico: 269 fueron parejas con las que convivían, 131 familiares y 18 ex parejas con las que a pesar de estar separadas seguían conviviendo. En cambio, en los 526 casos restantes el agresor estaba fuera de la casa: hubo 362 ex parejas denunciadas, 103 parejas no convivientes y 13 en el ámbito laboral. «Hay un incremento de denuncias en relación a otros años. Esto tiene distintas lectura. Por un lado es cierto que este fenómeno está más visibilizado y que las mujeres que son víctimas se animan a denunciar. Antes esto no pasaba porque estaba mucho más oculto», explica la psicóloga y presidenta de la ONG EnRed, Patricia Gordon. Y, enseguida, agrega: «Por otro lado, en Mar del Plata la formas de expresión de la violencia van variando y recrudecen. Venimos observando que generalmente los casos recaen sobre mujeres jóvenes, chicas que están embarazadas o tienen hijos pequeños. En cuanto a las edades vemos también que va variando. Se comienza inclusive en los noviazgos a ejercer este tipo de conductas».
El mapa de la violencia
Desde la Municipalidad también aceptan que los casos son muchos más de los que llegan a una denuncia. «Muchas mujeres están participando de grupos de autoayuda o están recibiendo contención psicológica, levantando su autoestima y empoderándose sin necesidad de hacer la denuncia por el momento», cuenta la titular de la Dirección de la Mujer, Marcela Luca. Y, enseguida, explica: «Una mujer tiene que recorrer determinado camino para poder animarse y decir: ‘Bueno yo denuncio esta situación penalmente y llevo adelante la denuncia con todas las consecuencias que esto trae aparejado y definitivamente quiero dejar atrás esa cuestión’. También es un proceso madurativo de la mujer para animarse a cambiar de vida».
De las 1.139 denuncias, 1.004 víctimas sufrieron golpes de distinta gravedad. En cambio en 135 padecieron delitos sexuales de distintos grados. Del total de los casos, 785 ocurrieron dentro de una casa, 216 en lugares públicos, 23 en lugares de trabajo, 6 en otro lugares y de 109 no se consiguió información específica.
Relación de sometimiento
Según los especialistas, la violencia de género no suele comenzar con golpes. «Son manifestaciones mucho más sutiles y de las que las mujeres tendrían que estar más prevenidas», explica Gordon. Y advierte: «Generalmente empieza con algún tipo de violencia psicológica o emocional y que abarca desde la descalificación hasta el control. Es muy llamativo como inclusive chicas adolescentes quedan ubicadas en un lugar de sometimiento confundiendo el control con el amor. Confunden una relación amorosa con una relación de sometimiento donde se pierden todas las libertades individuales».
En este contexto, la violencia suele ir creciendo cuando la mujer busca recuperar su lugar. «Esto provoca más violencia en el agresor. De lo verbal se puede pasar a lo físico. Y en el peor de los casos, como forma más feroz, al femicidio», dice Gordon.

Fuente: La Capital