LAS LINDAS SON TONTAS

El debate acerca de la continuidad de la elección de la Reina del mar, basado en el supuesto de que estos concursos cosifican a la mujer, esconde la vieja cuestión de los iluminados al poder.

La belleza es un don natural y saber llevarla es parte de la gracia adquirida. Y si esto es así, y la mujer o el hombre resuelven exponerla a los ojos de los demás, se trata de un acto de libertad individual que solo pueden criticar los envidiosos o los deterministas que siempre terminan simplificando la vida en blanco o negro.

Desconozco que alguna postulante a Reina del mar -o soberana de lo que fuese- haya sido obligada a participar del concurso o una vez en él haya sido sometida a otra «violencia» que no sea la propia de un certamen en el que ingreso voluntariamente y como tantos otros tiene ganadores y perdedores. Y si esa tensión es tomada como un agravio a su femineidad deberíamos concluir que un match point por Copa Davis podría ser denunciado por Del Potro como un ataque a su masculinidad. ¿O no es qué hombre y mujer son iguales?.

Bienvenidos todos los esfuerzos para terminar con la violencia de género; y más aún si los mismos provienen de nuestros legisladores. ¿Pero no sería más oportuno que dictasen leyes para castigar la diferencia en materia salarial entre hombres y mujeres?, ¿no es la necesidad de trabajo lo que pone a las personas en la puerta de la esclavitud al obligarlas a aceptar ganar menos para poder ganarse la vida?.

La Reina Nacional del Mar ha sido siempre un orgullo para la ciudad y con los años se ha convertido en parte inseparable de nuestra imagen ante el país y el mundo. Lejos de ser un símbolo de esclavitud es un honor que muchas mujeres marplatenses, por propia voluntad y vocación, quieren conseguir parea sí y para sus vidas.

¿Porqué prohibírselo?, ¿porqué arrogarnos el derecho a resolver cual es el límite de la voluntad del otro?, ¿porqué ordenar que la libertad sea lo que a nosotros nos parece?.

Vivimos en un país en el que muchos déspotas resolvieron que la libertad sería lo que ellos querían o directamente no sería. ¿No estamos haciendo lo mismo?, ¿no nos estamos convirtiendo en tutores de lo que el otro debe hacer y desear?.

Estamos traspasando un límite peligroso, tras el cual desaparece la belleza como valor y la estética como parte complementaria de la ética. Estamos a punto de prohibir que una mujer bella quiera lucir ese don recibido y ponerlo al servicio de un objetivo personal y a la vez social.

Estamos al borde de castigarla y esclavizarla…¿porque ella no puede discernir sola los límites de su libertad?.

Tan absurdo como argentino…