Estados Unidos está cerrando el cerco en torno a altos cargos venezolanos implicados en el narcotráfico. Así lo adelantó ya ABC de España y lo publicó ayer «The Wall Street Journal».
Pero la droga que sale de Venezuela -el noventa por ciento de la producción de Colombia se distribuye desde suelo venezolano; unas cinco toneladas semanales- no solo va a Estados Unidos, sino que también llega a Europa, con España como punto importante en las rutas que siguen las mafias, entre ellas principalmente el cártel de los Soles, la organización paraestatal del narco venezolano. Su nombre viene de los soles que llevan los generales venezolanos en la charretera.
De acuerdo con fuentes próximas a la Administración para el Control de Drogas (DEA), la agencia estadounidense antinarcóticos, la cocaína colombiana que va a Europa sale en su mayoría en barcos pesqueros que zarpan de los puertos venezolanos de Puerto Cabello y Maracaibo. A Europa también llega la droga generada en Perú y Bolivia, aunque sus cargamentos se distribuyen básicamente a través del Cono Sur.
La principal vía de entrada en el continente europeo ha sido tradicionalmente España, a cuyas costas atlánticas llegaba directamente la mercancía en la década de 1980. La mayor vigilancia ha obligado a los cárteles a buscar Africa Occidental como cabeza de playa, de manera que, antes de saltar a España u otros destinos europeos, la droga llega primero a Mauritania, Senegal, Guinea Bissau, Sierra Leona o Costa de Marfil.
De todos modos, debido al aumento del control marítimo ha crecido el transporte trasatlántico aéreo. Se trata de vuelos que sobre todo salen de ciudades venezolanas como Barcelona o Valencia. De esta última ciudad, por ejemplo, partió en 2012 un jet Bombardier con 1,2 toneladas de cocaína, con llegada a la isla de Gran Canaria.
Todo indica que el envío tuvo la cobertura del cártel de los Soles: la tripulación de ese avión privado aseguró que la carga fue subida al avión por militares. Nueve miembros de la Guardia Nacional, el cuerpo que se ha visto más afectado por la corrupción del narco, fueron detenidos, en un intento del Gobierno de Caracas de demostrar mano dura para mostrar que no había dado protección a la operación.
En 2013 la Policía española abordó, a setecientas millas de Cabo Verde, un barco proveniente de Venezuela que se dirigía al continente europeo con una carga de dos toneladas de cocaína. El barco procedía de la zona del Orinoco y tenía como destino algún punto del norte de Portugal o la costa gallega. El líder de la operación era un venezolano, a quien de entrada no se vinculó con elementos del Ejército, pero personas al tanto de las investigaciones aseguraron que difícilmente se había podido mover esa elevada carga desde Colombia hasta el punto de embarque sin la intervención del cártel de los Soles.
«En los trasportes hacia fuera de Venezuela participan diversos cárteles, entre ellos los mexicanos, sobre todo cuando son cargas para Estados Unidos, pero la red de los narcogenerales venezolanos está al tanto de lo que circula por territorio nacional», afirman esas fuentes.
En su libro «Estado delincuente. Cómo actúa la delincuencia organizada en Venezuela», sus dos autores, Carlos Tablante y Marcos Tarre, apuntan que precisamente el control de las carreteras, autopistas y aeropuertos explica que la Guardia Nacional, ocupada de esa función, esté más corrompida y pueda actuar en ocasiones como cómplice del cártel de los Soles.
Detención de varios mandos
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, tuvo que propiciar la detención de varios mandos de la Guardia Nacional cuando en septiembre de 2013 fueron halladas 1,3 toneladas de cocaína en un avión de pasajeros de Air France que hacía el trayecto Caracas-París. La droga iba en una treintena de maletas. Ante la repercusión internacional del caso, Venezuela procedió a una amplia redada, que incluyó al jefe de seguridad del aeropuerto de Maiquetía y a otros militares de la Guardia Nacional de su equipo.
En lugar de felicitarse por haber descabezado la banda de narcotráfico que operaba en el principal aeropuerto del país, Maduro lamentó que el transporte hubiera sido descubierto por posible acción encubierta de la DEA estadounidense.
Las investigaciones abiertas en Estados Unidos contra altos cargos venezolanos no parecen dirigirse directamente contra Maduro. No obstante, en algún caso le señalan como alguien conocedor de las actividades ilícitas que se desarrollan en el campo del narcotráfico, con la aceptación, por ejemplo, de que Petróleos de Venezuela, la petrolera nacional, siga siendo el gran instrumento de lavado de dinero procedente de ese negocio.