(Escribe Adrián Freijo) – En la cuadra de mi casa hay un agente policial durante todo el día. Y digo bien, UN agente; llega a las 8.30 hs. y se va a las 21.00 hs.
¿Es un policía en acción o simplemente un hombre sandwich colocado para «hacer ver que…»?. ¿Una garantía para la gente o una simple propaganda política?
¿Puede después de tantas horas estar en condiciones de aportar algo a la seguridad común, o más bien es candidato/a (en el caso que citamos se trata de una mujer) a engrosar la lista de mártires policiales frente a un hecho delictivo llevado adelante por quien seguramente estará más descansado y alerta?.
La «cosificación» de la policía, convertida en actor de reparto de una campaña electoral que ha superado todos los límites morales imaginables, es un problema mucho más grave de lo que puede pensarse livianamente. Se trata de seres humanos, encargados de vigilar la seguridad de la población, a los que se los denigra convirtiéndolos en «una cantidad» y no en un servicio comunitario para el que se han preparado.
Pero tal vez como nunca antes la policía somos todos. Porque en alguna medida a todos nos han convertido en cosas utilizables al servicio de un hombre al que sólo le importa llegar a ser Presidente, aunque ello se logre pisando la dignidad de las personas, pintándolas de naranja apenas se queden 10′ parados en una esquina y gastando los dineros que aportamos a la caja común del bienestar general en el miserable escenario de sus ambiciones personales.
Padres que pintan colegios, policías que están 12 horas bajo el rayo del sol, centenares de personas arriadas para aplaudir la presencia estelar del candidato, millones de pesos gastados en publicidad…¿qué más?, ¿cuánto más?, ¿hasta dónde más?.
Los vecinos de mi cuadra nos hemos organizado para ofrecer a estos servidores públicos humillados y explotados, desde un vaso de agua hasta pasar al baño de nuestras casas. Nos damos cuenta que bajo ese uniforme hay un ser humano.
¿Se dará cuenta Daniel Scioli?…lo dudo seriamente.