Mar del Plata paga el precio de la pelea política de fondo

RedacciónLo ocurrido ayer en la Comisión de Reactivación Económica pone en el centro de la escena una realidad preocupante: la ciudad pagará las consecuencias de una pelea que no es suya.

Una jornada de acusaciones cruzadas, furias sobreactuadas, preconceptos lanzados al aire sin la mínima intención de reflexionar, buscar un camino de consenso y tratar de acercar soluciones a tantos marplatenses que ven como sus comercios y trabajos se les escurren como el agua entre los dedos.

Marcos Gutierrez llegó a la Comisión de Reactivación Económica con una idea y un objetivo: hacer volar todo por el aire. Su bloque ya lo había anticipado por la mañana en una febril serie de tweets en los que daba por acabado el recorrido de esa mesa de encuentro en la que, por primera vez en mucho tiempo, oficialismo y oposiciones parecían querer tirar para el mismo lado.

Ningún esfuerzo actoral -de esos que tanto apasionan a la mediocridad política dirigencial- podría esconder la estrategia o, para ser más ajustados a lo ocurrido, la obediencia debida que Gutierrez y sus compañeros de bancada debían asumir ante la orden impartida desde el gobierno nacional y la propia gobernación bonaerense: romper puentes con Juntos por el Cambio, no dialogar y plantarse en la teoría del «botón rojo» para preparar a la gente para lo que viene.

Aunque para ello hubiese que borrar con el codo lo que se escribió con la mano. Porque el mismo concejal que supo acusar a Guillermo Montenegro de no atender la desesperación de la gente ahora dramatizaba su salida shakesperiana gritando por la importancia de la salud e interrumpiendo el trabajo de una comisión que de esa forma no pudo ni siquiera dar una respuesta institucional a los peticionantes.

Hoy, durante la protesta organizada por los gastronómicos locales, Mercedes Morro lo dejaba en claro cuando sostenía que «“había mayoría en la comisión para habilitar mesas afuera, pero Marcos Gutiérrez  amenazó con dejar la comisión y se fue. Y nos metió en este problema”.

«Tampoco puede desentenderse la representación local del Frente de Todos, queremos creer, funciona como polea de transmisión con el gobierno nacional y provincial”, afirmó Horacio Taccone (AM) al exigir que cada responsable ponga la cara frente a los afectados y busque la forma de poder conducir a Mar del Plata.

Frente a la posibilidad de una solución alternativa el edil de FdT pateó el tablero; su orden era romper todo a cualquier precio…y vaya si hizo mérito con sus mandantes.

Ya de entrada resaltó que no acompañarían ninguna flexibilización, que la única prioridad es la salud y que esa postura «está respaldada por las líneas desarrolladas por Provincia y Nación» dejando en claro que de aquí en adelante sus concejales ya no serán representantes de la ciudadanía sino obedientes soldaditos de estrategias superiores que ciertamente no los tendrán con material de consulta.

Jaqueado de problemas y con muy acotado margen de acción el gobierno nacional prefiere abroquelarse con los propios y no dialogar ni atender las demandas de la oposición. «Morir con lo nuestro» sería entonces el lema que vendría a suplantar el título del recordado libro de Aldo Ferrer. Todo lo contrario a lo que indica el sentido común y la propia historia, que muestra que en los momentos más críticos el diálogo y la unidad parece ser siempre el camino más indicado.

El intendente Montenegro debe por estas horas mantener el equilibrio entre dos olas tan fuertes como peligrosas: la que debe depositarlo necesariamente en el diálogo con la provincia y la nación ante las necesidades financieras urgentes y la que debe surfear con una sociedad que presiona por volver al trabajo y salvar algo de lo que supo construir y la larga cuarentena colocó al borde del abismo.

Pero ahora con un protagonista nuevo e indeseado, un grupo de concejales que han recibido la orden de trabar cualquier salida, romper todo diálogo y empujar al gobierno local hacia el fracaso.

Y no hay estrategia posible para cambiar el escenario: donde manda capitán no lo hace el marinero. Y los concejales de FdT no tienen una sola jineta que les permita siquiera discutir una orden superior.

¿La ciudad?…como siempre, puede esperar.