Marcelino Cornejo: una leyenda de amor con la pelota y la ciudad

Por José Luis Ponsico (*)Hace 65 años llegó a Mar del Plata para hacer el servicio militar un muchacho flaco, 1.80 de estatura, proveniente de la localidad de Quilmes apellidado Cornejo

Marcelino Cornejo: leyenda de Quilmes y del fútbol local

Cuenta la leyenda futbolera que hace 65 años llegó a Mar del Plata para hacer el servicio militar un muchacho flaco, 1.80 de estatura, proveniente de la localidad de Quilmes apellidado Cornejo

Por entonces, al balneario se lo conocía como «La Perla del Atlántico» y en el Grupo de Artillería GADA 601 centenares de «colimbas» llegados de distintos lugares vieron, por primera vez, el Mar.

Dos datos incomprobables: si Juan Marcelino Cornejo dijo cuando vió la imponente inmensidad del océano en Camet con otros 200 soldados de la companía de «tierra»: «De aquí no me voy más», o si llegó antes a su vida el legendario dirigente José Piantoni, presidente de Quilmes local.  Don Pepe tenía el dato del soldado que la rompe en Camet, jugando para diversión de los conscriptos y la idea de tenerlo surgió inmediatamente.

Cinco años más tarde, Juan Marcelino Cornejo era considerado uno de los mejores futbolistas marplatenses, integrando una selección local que quedó en la historia: Oscar Flores, Oscar Salazar, Wálter Della Torre, Wálter Garcerón, Abel Pacheco, José Luis Carruthers, Bautista «Pocho» Pereyra, Cornejo, Cándido González, Alberto Piraña García y alternando punta izquierda Ponti y Lobianco. Sin olvidar a Horacio Pirosanto

El soldado Cornejo había jugado en Argentinos de Quilmes, los recordados «mates». Trabajaba en la histórica fábrica de cristales «Rigoló» (Rigolleau) en esa localidad del Gran Buenos Aires.

Se intuye que estaba de novio y debió hacer trámites para casarse
«Antes era así» lo explicaría mucho después. ¿ El jugador ?. Mucha
habilidad en velocidad, valiente, con buena definición y asistencia. Cerraba muy bien el círculo del delantero completo: goles suyos y pases gol a sus compañeros.

Por físico y clase, a la distancia y en el tiempo, algunos creyeron ver en él un adelanto de quien sería gran ídolo riverplatense: Enzo Francéscoli.

En el verano del de 1955 Cornejo, «8» de un Quilmes que jugó  reforzado frente al River de Angel Labruna,  con la vuelta de Néstor Rossi desde Colombia y con el gran Amadeo Carrizo en el arco se enfrentaron en un partido amistoso que marcó la historia del protagonista de nuestra historia.

«Marcelino hizo un partido extraordinario. No lo podían parar y River ganó 4 a 2 porque en el segundo tiempo entró un pibe, zurdo genial,con 19 años, que podría haber sido el padre de Maradona y abuelo de Messi. Me refiero al Cabezón Enrique Omar Sívori»

El relato pertenece a otro deportista inolvidable de Quilmes local,
Carlos Pocho Palumbo, futbolistas, basquetbolista y dirigente del club con sede en la avenida Luro. Admirador de Sívori y de Cornejo

«Tanto ocurrió así que cuando terminó el partido al vestuario se acercaron Labruna, Pipo Rossi y alguno más para hablar con Marcelino»continúa. «Pibe sos «crack» si querés hablamos con los dirigentes y te venís con nosotros«, dijeron.

Cornejo estaba radicado en Mar del Plata, casado y con un empleo en el Casino. Aquí ya era ídolo; allá, habrá pensado, Labruna, el
uruguayo Wálter Gómez, los que ya  aparecían como Sívori y Norberto Menéndez, ese rendidor «insider» que era el 8 Eliseo Prado. .. «Es demasiado, pensó»…y no se animó.

Quilmes con Cornejo, el inmortal Cándido González y formando con sus jugadores media selección local ganó cuatro torneos consecutivos. Hasta el´60 el ciclo «cervecero» resultó inigualable.

No quiso ser técnico ni dirigente. Jugó veinte años y sobre el final, con lesiones y vendajes, torceduras y golpes no dejó de encarar rivales y eludirlos con su cambio de velocidad. Así, iniciada la década del 70 dijo adiós al jugador y se convirtió en leyenda.

Pasó los ochenta con todas las luces y perfil bajo, construyó su familia con hijas y nietos, honrando a Mar del Plata, a la vida sana y la redonda que era su vida. En el balance, aunque con otro estilo, ahora que se fue bien puede ser considerado, junto a Herminio Pierino González con quien fue compañero en el´61, entre las mayores glorias del fútbol marplatense. Será Justicia

(*) Columnista de la Agencia Télam, AgePeba. La Señal Medios y Libre Expresión