María Angélica González es la «Luna Azul» del gobierno de Arroyo

Por Adrián Freijo – Como la novia de Pecos Bill, la edil parece querer domar al oficialismo con la misma insistencia que aquella caprichosa quería hacerlo con Rompebodas, el caballo del héroe.

Luna Azul siempre quería salirse con la suya y era imposible hacer que entrara en razones. Pero su pretensión de domar al caballo de su novio Pecos Bill para llegar montada en él a su boda le costó un disgusto definitivo: el potro, tan celoso de su amo como la joven, la despidió rápidamente de su montura y «distraídamente» pisó la punta del lazo que el vaquero pretendía utilizar para evitar que su amada siguiera ascendiendo sin freno por el aire. Luna Azul siguió rebotando y rebotando y ganando gran altura hasta que por fin a la llegó a la luna y allí se quedó.

Pecos erró por primera vez en su vida y Luna terminó en la idem sin poder volver a su lugar en la Tierra.

Tal vez si la joven hubiese escuchado razones y el joven hubiese puesto las cosas en claro desde un principio, la relación podría haber terminado con chances de no limitarse a un inagotable gemido mirando a la luna. Pero entre caprichos, silencios y egoísmos…todo terminó de mala manera.

María Angélica González parece convertirse en la reencarnación de Luna Azul dentro del oficialismo lugareño. Con argumentos que a veces parecen surgidos de la impronta y no de la razón, esta discípula avanzada de Elisa Carrió -que acumula decenas de sentadas en la Luna después de sonoros portazos- se ha propuesto ponerle las cosas difíciles a sus compañeros de bancada y al gobierno al que dice pertenecer.

Tras frenar con su intransigencia un aumento de boleto que pudo haber sido consensuado si todos los esfuerzos del gobierno no se hubiesen centrado en cambiar la opinión de la díscola concejal, González reaparece ahora con un insólito pedido de caducar la concesión de la empresa «9 de julio» como encargada de la recolección de residuos en nuestra ciudad.

Y no es que la misma no haya sumado méritos para que al menos se analice la cuestión; pero la pretensión de la «lilita» supone una suma de desmanes conceptuales que le dan sustento a aquella sospecha de que todo en su bagaje es el impulso, la figuración y la falta de la tan necesaria reflexión.

¿Cómo entender de otra manera su «consejo» al gobierno municipal de tomar a todo el personal que desarrolla tareas en la empresa supuestamente expulsada de la ciudad para que “sigan realizando las tareas durante el tiempo que demande la etapa de normalización”, plazo durante el que el municipio garantizaría “el pago de los salarios y sus componentes legales”?. En su arrebato revolucionario la buena señora olvida que mientras estos pertenecen al gremio de camioneros, un servicio tomado por la comuna obligaría a abonarles salarios de municipales.

Si Carlos Arroyo resolviese salirse del convenio para el que está autorizado por ley, no tardaría mucho en dar con sus huesos en la cárcel. Y si por el contrario intentase disminuir los salarios de los camioneros y pagarles el de los municipales, casi un 40% menores, se quedaría pronto sin esos mismos huesos. Además de involucrar al municipio en centenares de juicios que tendrían muy poca chance de lograr fallos favorables.

Para asegurar la continuidad del servicio, el proyecto de la representante de la Coalición Cívica sostiene que el municipio debe incautar de forma temporaria “los vehículos, infraestructura, equipos y demás medios necesarios afectados a la prestación de los servicios”.

¿Le habrá explicado su jefa nacional que eso de gobernar desde lo mediático es buen negocio para quién sabe que no tendrá responsabilidades de gobierno, pero que en el mundo del derecho y la vigencia constitucional deben existir fundadas razones de urgencia, y ninguna chance de resolver un problema por otras vías, para convertir en un hecho legal el avasallar la propiedad privada, que sigue siendo la columna inamovible del sistema republicano?.

Como la novia de Pecos, nuestra ardiente concejal vive sentada en la luna y desde allí pretende seguir domando potros esquivos, olvidando que una cosa es el corcovo para el citadino espectador y otra muy distinta para el gaucho que jinetea.

Y que para creerse con capacidad domador…hay que asegurarse al menos que abajo quede alguien con ganas de aportar el lazo salvador. Aunque a veces, como le pasó a Luna Azul, alguien pise la punta para evitar que el lance cumpla su cometido…