A partir de ese momento la crisis estalló para manchar a todos. Al técnico, que debió salir a dar una conferencia en la que no pudo disimular la molestia ante la arrinconada de la prensa que le cuestionó su manejo del grupo y su trato para con Lionel Messi. A la dirigencia, encabezada por el presidente Josep María Bartomeu, quien negó cualquier posibilidad de que «La Pulga» no cumpliera con el vínculo que lo liga al club hasta 2018. Sin embargo, las presiones acabaron por forzarlo a adelantar las elecciones para el final de esta temporada.
Entre la conferencia de Luis Enrique y la de Bartomeu se produjo el desplazamiento del director deportivo del lcub, Andoni Zubizarreta, quien fue despedido por disconformidad con su trabajo. A esa decisión le siguió la salida del emblemático Carles Puyol, segundo de «Zubi», quien dejó su lugar como muestra de lealtad.En ese contexto, todos los ojos apuntan a Messi. Algunos lo consideraban responsable de la crisis. Otros la víctima por considerar que el futbolista que llevó al club a la cima del mundo, debía ser tratado de forma diferente al resto, brindándole todo aquello que necesitara para sentirse cómodo, como lo hizo entonces Josep Guardiola para obtener los resultados ya conocidos.Messi se sintió y se siente utilizado por las cosas que se hacen puertas adentro del club y por lo que se dice allí mismo y afuera. Por eso alzará la voz en un día especialmente particular porque coincidirá con la entrega del Balón de Oro para el que está nominado por octava vez (lo ganó en 2009, 2010, 2011 y 2012) para dar su versión de los hechos y para informar sobre su situación actual y sobre lo que hará en el futuro ante las supuestas ofertas que su familia ya habría recibido por parte de los clubes que podrían hacerse cargo de su ficha en caso de que el rosarino decidiera alejarse del club.
