MOZZARELLA

Tal es el nombre que en Italia se le da a la coima. Y es la gran ganadora de un referéndum que se lleva puesto al premier Renzi pero que sobre todo muestra la miseria de la política..¿y la gente?.

El premier Mateo Renzi cometió dos errores garrafales al momento de convocar a un referéndum que terminó llevándose puesto a su gobierno y tal vez a su futuro político.

El primero de ellos fue creer que tenía suficiente poder como para llevar a la sociedad italiana hacia donde él quisiera. Fue entonces un pecado de soberbia que le impidió ver que esa sociedad partida, que dice estar harta de la clase política, difícilmente acepte «dueños» después de la mesiánica y desastrosa experiencia del Silvio Berlusconi y sus ínfulas de pavo real.

El otro error fue creer que los italianos abjuran de esa clase política y quieren sacársela de encima. No se dio cuenta que desde 1946 hasta la fecha -con el menor crecimiento de Europa (solo el 0,6%), con crisis recurrentes, corrupción, atraso y récord de desocupación en la zona Euro- los italianos aprendieron a vivir con esa realidad putrefacta que permite que quien quiera hacerlo pueda gozar de la «mozzarella», que no es otra cosa que el nombre que en la península se le da a nuestra vieja y conocida coima. Fue entonces un pecado de ingenuidad en el que tal vez cayó por su extrema juventud y por no posar una mirada crítica sobre su propio pueblo. Aquel que supo amar a Benito Mussolini y sus sueños imperiales.

Italia tiene, después de China, el Parlamento más populoso del mundo. Más de 300 senadores y  630 diputados dan cuenta de un despropósito político que termina ofreciendo una imágen pesada, corrupta y anárquica en el que las alianzas tienen mucho más que ver con los negocios que con las ideas.

Esto pretendía cambiar Renzi, fijando en la mitad la cantidad de senadores y bajando el costo político en un 60%. Es decir modernizando las estructuras de la democracia parlamentaria italiana. No contó con la sorda resistencia de sus pares -aún los de su propio partido- que impulsaron a los votantes a elegir por la continuidad del sistema que a ellos más los protege y conviene.

Y fue un 60-40 aplastante que empujó a Renzi a presentar su renuncia inmediata. Y con él se van las últimas posibilidades de encausar una Italia en crisis sempiterna y arrasada por la corrupción.

Es también un golpe, otro más, a la continuidad de la Zona Euro; Renzi era un convencido de la necesidad de seguir juntos adelante y quienes ahora tomarán una mayor cuota de poder -La Liga del Norte y el populista payaso Beppe Grillo- postulan en mayor o menor medida una salida similar a la elegida por los británicos con el Brexit.

Pero ese es otro tema del que seguramente deberemos ocuparnos mucho más temprano que tarde.

Por ahora estas son las consecuencias de una sociedad que se mueve mucho más cómoda en el mar de la corrupción que buscando la playa de la honestidad.

Y no tiene temor de expresarlo en las urnas.