Mujeres en tierra de hombres: aún se viven tiempos difíciles

Uno de los primeros mensajes de felicitación que recibió Gala León, como nueva capitana del equipo español de Copa Davis de tenis, fue el del británico Andy Murray. “Ojalá se dieran más casos como el tuyo”, decía en su felicitación el número 11 del ranking ATP, ganador de Wimbledon

Su mensaje era sincero, no en vano Murray es entrenado por la extenista francesa Amelie Mauresmo, tras romper su relación profesional con el estadounidense de origen checo Ivan Lendl. Nadie se rompió las vestiduras cuando Murray tomó la decisión de que una mujer encaminara sus pasos deportivos. En España, sin embargo, el revuelo por la elección de Gala León como capitana del equipo de la Copa Davis masculina (ahora en Segunda División), ha vuelto a sacar los demonios machistas del deporte en todo su esplendor. La reacción de Toni Nadal, que dirige los pasos de su sobrino Rafa Nadal, desnudó el espíritu carpetovetónico que aún impera en el deporte español. La alusión a que no estaría bien que “una mujer estuviera en el vestuario de los tenistas donde se anda con poca ropa”, para decir después que “no soy machista, soy anticuado”, recordaba mucho a las palabras que le dirigió Matt Walsh a Becky Hammon cuando esta entró a formar parte del equipo técnico de los San Antonio Spurs en la NBA: “No digo que Becky Hammon no sepa de baloncesto, sólo digo que no escucharía una sola palabra de lo que una mujer entrenadora me dijera. Estoy bromeando. Si Becky Hammon está buena por supuesto que (fingiría) escucharla”, lanzó Walsh, ex jugador del Manresa, en twitter.

La polémica elección de Gala León sorprende aún más por pertenecer a un deporte, el tenis, donde la mujer alcanzó un prestigio que llenaba las canchas desde los tiempos de las pioneras: Billie Jean King, Martina Navratilova, Chris Evert, Steffi Graf, Gabriela Sabatini o Monica Seles. Nombres conocidos en el tenis mundial junto al de Arantxa Sánchez Vicario o Martina Hingins, que brillaban con la misma luz que muchos de los representantes del tenis masculino. El tenis y el atletismo se antojaban los deportes en los que la presencia de la mujer no deslucía en impacto mediático a la del hombre. Aún así, el irremediable machismo mantenía una apuesta eterna en la desigualdad manifiesta entre hombres y mujeres en el tenis. Las hermanas Williams se atrevieron, en 1998, un set cada una, con el juerguista alemán Karsten Braasch (203 del ranking) y perdieron, como antes había perdido Navratilova con Jimmy Connors, ya retirado. Sin embargo, Billie Jean King pudo con el abuelete Bobby Riggs (55 años). Fueron shows que buscaban, de una parte, establecer las diferencias hombre-mujer y, por otra, conseguir partidos mediáticos a los que se dio en llamar ampulosamente “guerra de los sexos”.

 

Pero la guerra era otra. “¿Sabes que lo mismo te violan…?”, le soltó sin encomendarse a nada el presidente del Colegio Castellano de Arbitros, en Madrid, Sixto Montero a Rosa Bonet cuando, con 16 años, acudió a inscribirse como árbitro de fútbol. Era a final de los 70, según relata Rosa en furiaroja.com, recordando aquellos años heroicos, no menos heroicos ahora en un territorio tan masculino como el fútbol. Tras múltiples trabas, Rosa Bonet pudo arbitrar en categorías inferiores y finalmente en 3ª Regional. A la argentina Florencia Raquel Romano, 20 años después, no le fue mucho mejor. Tuvo que realizar una huelga de hambre frente a la sede de la AFA. El omnipotente presidente Julio Grondona afirmó: “No es sensato que una mujer dirija un partido de fútbol”, algo de lo que tuvo que retractarse después, tras ser llamado a declarar por la Cámara de Diputados de Argentina. Florencia finalmente arbitró un partido profesional de la Primera División D entre el Victoriano Arenas y el Muñiz. Aquellas huellas le permitieron en 2007 a Bibiana Steinhaus ser la primera mujer en arbitrar en la segunda división alemana de fútbol. Hoy, muchos años después, muchos aficionados al fútbol suscriben la idea de que “el fútbol femenino ni es fútbol ni es femenino”, una ocurrencia elevada a la categoría de axioma.
El machismo tiene en otros casos una cobertura oficial. Arabia Saudí, directamente prohíbe a las mujeres competir. Ocurrió en los recientes Juegos de Londres y vuelve a ocurrir en los Juegos Asiáticos que se celebran hasta el 4 de octubre en la localidad surcoreana de Incheon. Curiosamente, el lema de estos Juegos es: “La diversidad brilla aquí”, un chiste si se aplica a la realidad saudí que compite con 262 hombres y ninguna mujer, único país árabe que impide participar a las mujeres.

A veces la lucha de la mujer por introducirse en el deporte de los hombres ha dejado dudas sin resolver. Helena Costa, de 36 años, había dirigido a las selecciones femeninas de Qatar e Irán, también había formado parte del staff técnico del Benfica y del Odivelas en Portugal y había sido ojeadora del Celtic de Glasgow. De pronto le surgió la oportunidad de entrenar al Clermont, de la segunda división francesa, y aceptó el reto, pero al de poco tiempo dimitió, antes de comenzar. “Solo el presidente conoce las razones de mi renuncia”, dijo. Quizás no tuvieran que ver con el rechazo de la plantilla de futbolistas, porque el presidente eligió para sustituirle a otra mujer, Corinne Diacre, una gloria de la selección francesa femenina de fútbol.

Gala León no ha vivido sino un episodio más de una larga enciclopedia de desencuentro entre hombre y mujer en el deporte, un territorio que, al amparo del músculo, ha vanagloriado a los hombres frente a la inferioridad física femenina. Nada nuevo bajo el sol de la sociedad de antes y de ahora. Nada que no ocurra día a día, aunque a veces no se sepa. “Mujer tenías que ser”, se decía y se dice. Y sí, mujeres son Mireia Belmonte (dos oros, dos platas y dos bronces en el Europeo de natación), Ruth Beitia, Indira Terrero y Diana Martín, medallistas en los europeos de atletismo, las campeonas de Europa de baloncesto o las chicas de la selección de fútbol clasificadas para el Mundial.