Por Adrián Freijo – Ya no es solo una ciudad sucia, con los asfaltos rotos y los semáforos fuera de control. Una recorrida por las dependencias municipales muestra la falta de gobierno.
Mar del Plata está a la deriva. Sometida a mil conflictos innecesarios, descuidada y sin un proyecto de ciudad a la vista, la otrora orgullo de la costa atlántica se ha convertido en un conglomerado urbano en el que lo peor surge a la superficie y comienza a darle la tónica nunca deseada de la decadencia.
Calles sucias y rotas, marginalidad creciente, semáforos enloquecidos, la presencia de un estado policíaco que se agazapa para convertir al ciudadano en una vía de recaudación rápida e indefensa, el palacio comunal cercado por agentes del orden que cuidan del intendente mientras a pocos metros los marplatenses quedan librados a la mano de Dios, el transporte público manipulado por los empresarios sin que el estado pueda asegurar un mínimo de eficiencia para los usuarios, los caminos rurales intransitables por falta de mantenimiento, las escuelas destruidas, las salas de salud sin insumos y con graves fallas edilicias y tantas otras cosas expuestas en superficie que solo pueden explicarse en la falta de idoneidad e interés del gobierno municipal.
Ocurre que de una rápida recorrida por las diferentes dependencias de la comuna surge claramente el estado de abandono, la desidia y la irresponsablilidad de nuestros gobernantes a la hora de administrar los fondos públicos en beneficio de la comunidad. Lo que no ocurre cuando se trata de fijar para el intendente un salario de $240 mil, viáticos a su disposición por $ 600 mil o emolumentos para sus Secretarios y titulares de entes descentralizados por arriba de los $170 mil por cabeza.
El mismo intendente que puede parar durante meses el funcionamiento comunal por discutir un reencasillamiento de personal que, entre todos los involucrados, no llega a suponer un gasto mayor a los $60 mil mensuales.
Visitar el Hogar Municipal de Ancianos significa encontrarse con filtraciones de agua en todos los sectores del edificio, con los cielo rasos deteriorados en extremo, falta de provisión de agua caliente, de calefacción, con lavarropas y secarropas sin funcionar por falta de mantenimiento y la cocina sin las mínimas condiciones estructurales para funcionar. Y allí viven quienes suponen uno de los sectores más vulnerables de la sociedad…
Recorrer los Centros de Atención Primaria de Salud (CAPS) supone encontrarse con una dramática falta de insumos.
Por ejemplo en las de Playas del Sur, Faro Norte y Antártida Argentina no hay reactivos de laboratorio, cepillos para PAP, anestesia, leche maternizada y lentes recetados. El carro de paro está incompleto y el electrocardiógrafo sigue, después de mucho tiempo, sin funcionar. Por supuesto no hay agua potable ni calefacción, pese a ser una de las zonas más inclementes de Mar del Plata.
En el CEMA el tomógrafo está roto desde marzo de este año, no se pueden realizar estudios neurológicos por rotura del equipo correspondiente, no hay profesional encargado de los ecocardiogramas, las ecografías generales tienen hoy demoras de más de seis meses, la atención oftalmológica tiene un retraso de más de un año, al igual que cardiología y otorrinología (10 meses), no se realizan electromiogramas desde hace más de un año por falta de insumos, los turnos de neurología para adultos se otorgan con 12 meses de demora, lo mismo que los de endocrinología y no hay atención urológica por falta de profesionales.
El gobierno de Carlos Arroyo anuncia para el año próximo la construcción de un hospital municipal…¿será provisto y atendido como el CEMA?.
El Centro de Salud Nro.2 no tiene agua caliente, no funciona el ascensor con todo lo que ello representa para personas con movilidad reducida, niños, adultos mayores y embarazadas, que solo tienen la posibilidad de ser atendidos utilizando la escalera del local.
Los baños públicos están cerrados durante las 24 horas y solo funciona un inodoro en el primer piso que debe ser utilizado tanto por hombres como por mujeres y niños. La ventilación es deficiente por falta de ventanas, por lo que tampoco se cuenta con luz natural.
Como en los casos anteriores no existe provisión de medicamentos, reactivos de laboratorio y anestesia para odontologías. Además, mientras en torno al despacho de Arroyo pululan decenas de policías locales, en el centro de salud solo hay un efectivo para custodiar los dos pisos.
En las salas de salud de El Martillo, Parque Hermoso, Meyrelles, Parque Independencia, Las Heras y Santa Rita no hay agua oxigenada, penicilina inyectable, atropina, reliverán, leche maternizada, anestesias varias, adrenalina, dexametasona, lidocaína y varios artículos más que casi podríamos definir como propios de un botiquín hogareño.
No funcionan los calefactores y las instalaciones eléctricas se encuentran en un estado calamitoso que llega a poner en riesgo la seguridad física de trabajadores y pacientes, lo que ha obligado a que en sectores con especial presencia de humedad se haya resuelto el cese de atención al público.
En las escuelas y jardines de infante el panorama es similar: pisos levantados, cocinas sin provisión de agua caliente y gas, techos y paredes con filtraciones de agua, descascaramiento de pintura en sus paredes por la humedad reinante, sectores convertidos en depósito de desperdicios, cielo rasos caídos, vidrios rotos y puertas sin picaportes. También en los establecimientos escolares es notoria la falta de seguridad esa que, repetimos, sobra en las cercanías del jefe comunal.
Para conservación urbana y caminos rurales, dos áreas en las que desde la Secretaría de Hacienda se resolvió subir hasta la desmesura las tasas municipales bajo el pretexto de «un mejor servicio», la situación no es diferente: cerca del 20% de los camiones y equipos viales están en desuso por falta de matenimiento y para el caso del cuidado rural ese porcentaje llega al 80%. Sin palabras…
Y podríamos seguir en nuestra recorrida. El Palacio Municipal con cables colgando sobre divisiones de cartón, una sobrecarga de consumo que produce cortes permanentes, baños sin funcionar, mala iluminación, falta de calefacción y ventilación, oficinas hacinadas e instalaciones vetustas y maltratadas. Todo lo que en un establecimiento privado representaría una clausura inmediata.
Desde el inicio de la gestión de Carlos Arroyo no se ha comprado una sola maquinaria para el EMVIAL y pese a la general coincidencia acerca del esfuerzo de su personal se acumulan los reclamos de los barrios por falta de mantenimiento de las calles.
Un caso ejemplar, uno más, de un municipio fundido con funcionarios ricos. General Pueyrredón es uno de los distritos con la mayor carga fiscal de la provincia; sin embargo puede ver el lector que nada de lo que paga le es devuelto en servicios.
Ya es tiempo de que alguien le de a la gente las respuestas que está esperando y sobre todo de que se terminen los privilegios, los discursos, los caprichos y peleas absurdas, los negocios y el uso de los dineros público para beneficio de una clase gobernante que ha traspasado todos los límites.
El rápido recorrido que aquí hemos hecho habla con meridiana claridad. Basta…