La muerte de Concha Márquez Piquer, hija de la legendaria tonadillera Conchita Piquer, trae al recuerdo la amistad de esta última con Eva Perón y aquella ocasión en que ese lazo salvó la vida de la hoy fallecida.
La cantante de coplas españolas Concha Márquez Piquer, de 75 años, falleció en la ciudad de Madrid a raíz de una infección pulmonar que no pudo superar, en la clínica Quirón de esa capital, confirmaron miembros de su familia luego de que la noticia trascendió en televisión.
Márquez Piquer, que dedicó gran parte de su trayectoria profesional a la copla, fue la única hija de la tonadillera Concha Piquer y del torero Antonio Márquez y había nacido en Buenos Aires el 31 de diciembre de 1945.
Concha Márquez Piquer «Conchín» nació en Buenos Aires y fue ahijada de Evita
Si bien la artista no gozaba de una vasta popularidad en el país que la vio nacer, sí la tuvo su madre, Conchita Piquer, quien luego de triunfar en Broadway actuó en escenarios porteños y llegó a rodar “Me casé con una estrella” (1951), junto a Luis Sandrini y dirigida por Luis César Amadori.
Pero hay una historia que liga a la cantante hoy fallecida con nuestro país, lugar donde nació, y justamente nace de la amistad entre su madre -figura emblemática de la tonadilla española, seguramente una de las más famosas que ha dado la península- y su entrañable amiga Evita a la que como veremos Márquez Piquer debe la vida.
Los años ’20 fueron el comienzo de su gloria y en 1933 contrajo matrimonio con un torero con quien tuvo a su única hija. Pero el hombre era casado y ella aprovechó su amistad con Eva Duarte de Perón para que la criatura naciera en suelo argentino. Concha Márquez Piquer, que años más tarde se dedicara también a la canción pero con menos éxito que su madre, fue ahijada de Eva Perón.
Tan cercana era la relación de la cantante con la mujer de Perón (que consolidaron mucho antes de que Evita fuese primera dama) que cuando éstos contrajeron matrimonio lo hicieron en la casona del barrio de Belgrano que la española había alquilado y donde vivió durante cuatro años desde 1944 a 1948. Mientras tanto, hacía giras por América Latina y deslumbraba a su público en el tradicional Teatro Avenida, corazón de la hispanidad en Buenos Aires.
En 1948, cuando Conchín tenía cinco años, se enfermó de tifus. La única manera de salvarla era administrándole cloromicetina, fármaco entonces en fase experimental en los Estados Unidos, sin comercializarse aún en Europa.
Concha Piquer recurrió a Eva Perón. Y en pocas horas, a través de la Embajada de Argentina en Madrid, aquel medicamento (unas cápsulas blancas y azules que nunca olvidarían madre e hija) llegó al aeropuerto de Barajas en un avión especial fletado para la ocasión por una orden de Evita. Y Conchín se salvó de una muerte casi segura. Jamás olvidó Concha Piquer aquel magnánimo y desinteresado gesto de su gran amiga. Cuando el 26 de julio de 1952 murió Evita Perón, Concha Piquer se hallaba actuando con su compañía en Bogotá. Inmediatamente suspendió la función».
Cuando en 1961 Perón llegó a España para comenzar la ultima etapa de su largo exilio, Concha Piquer lo esperaba en el aeropuerto de Barajas y, pese a la poca simpatía que se dispensaban con la tercera esposa del líder argentino María Estela Martínez, se puso a disposición de ambos y en más de una ocasión intercedió ante el dictador Francisco Franco, con quien la unía una férrea amistad además de un fanatismo por su causa que le traería no pocos problemas, para resolver cuestiones que preocupaban al ex presidente argentino.
La muerte de su hija cierra una larga historia de amistad y lealtad que unió a dos mujeres emblemáticas de nuestro país y de España y que en su momento sirvió para salvar la vida de la entonces pequeña Conchín.
