LA LOCURA DE PUTIN CAMBIÓ LA HISTORIA

El presidente ruso podría emular un viejo slogan de la política argentina y decir «Putin lo hizo». Su sueño imperial disparó reacciones que nunca antes se habían visto en el mundo y que parecían impensables.

 

Es tal el apoyo que está recibiendo Ucrania por parte de la comunidad internacional, que hasta países que históricamente se han mostrado neutrales ante los diferentes conflictos armados, ahora se ubican del lado de Kiev para contener el avance de las tropas rusas.

Finlandia, neutral pero miembro de la Unión Europea (UE), informó este lunes que había tomado la decisión “histórica” de suministrar armas a Ucrania.

Alemania, que nunca hizo de la neutralidad una costumbre, rompió sin embargo con con su doctrina tradicional, al anunciar el suministro a Ucrania de 1.000 lanzacohetes antitanque, 500 misiles tierra-aire Stinger, 9 lanzadores de obuses, 14 vehículos blindados y 10.000 toneladas de combustible.

Por su parte, este lunes el Gobierno noruego anunció su primer envío de armamento a Ucrania, rompiendo así una tradición de no exportar armas a países en guerra o peligro de guerra vigente desde 1959.

En concreto, Noruega donará a Kiev 2.000 lanzagranadas anticarro M72 “para defender la tierra contra la agresión militar de Rusia”, explicó el primer ministro noruego, Jonas Gahr Store, en una nota de prensa oficial del Gobierno.

Suiza, cuya neutralidad no cedió ni siquiera frente a la locura nazi en la Segunda Guerra Mundial, se suma a las sanciones adoptadas por la Unión Europa contra Rusia y congela con efecto inmediato los activos del presidente ruso, Vladimir Putin, de su primer ministro, Mijaíl Michoustine, de su ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, y de otros miembros de su gobierno.

De esta forma, Suiza ha aceptado aplicar de forma integral el paquete de sanciones dictadas por la Unión Europea contra responsables políticos y militares rusos, que hasta ahora había asumido solo de forma parcial para garantizar que el país no fuese utilizado como plataforma para evadir las sanciones.

La propia Suecia, que había sido amenazada por Vladimir Putin con represalias militares en el caso de apoyar a Ucrania, dio en las últimas horas un claro mensaje acerca de su posición europeísta y no claudicó en su tradicional apoyo a la democracia reaccionando de manera contundente: rompió la tradición y anunció que enviará 5.000 lanzacohetes antiblindaje, 5.000 kits de blindaje, 5.000 cascos y 135.000 raciones de campaña a Ucrania.

La respuesta unánime de las naciones democráticas frente a la invasión rusa a territorio ucraniano puede a esta altura ser considerada como la peor derrota política Rusia desde la implosión de la Unión Soviética que la sumió en tres décadas de decadencia y penurias económicas y generó el efecto colateral de muchas guerras regionales en las que intentó tallar para recuperar poder y de las que  siempre saló escaldada.

Naciones que no conmovieron su neutralidad ni en las horas más oscuras de la historia contemporánea acompañan ahora las sanciones contra el gobierno ruso y ello, mal que le pese a la soberbia del autócrata que lo encabeza, tiene una sola lectura posible. Y es que más allá de los riesgos que supone un arsenal nuclear en manos de un hombre sin límites y sicológicamente trastornado por sus delirios de grandeza, la debilidad de Rusia, su crisis económica y el papel «salvador» que Occidente calcula jugarán sus nuevos millonarios si toman conciencia de estar a punto de perder sus posiciones en los mercados internacionales, son palanca suficiente para enviar a Vladimir Putin un mensaje claro y contundente: estas fuera del sistema y hagas lo que hagas no podrás seguir mucho más adelante.

Y en ello toma especial peso la ruptura de la tradicional neutralidad suiza. Y es porque los millonarios depósitos de los nuevos ricos de Rusia, diseminados en miles de negocios diferentes -lícitos y no tanto- por el mundo, se encuentran al amparo de entramados societarios multinacionales que están en condiciones de evitar el bloqueo…salvo que una investigación internacional aceptada y alimentada por información desde los propios bancos ponga en evidencia las maniobras elusivas.

«Suisse Secrets» o «los Secretos Suizos», el nuevo escándalo financiero global por el que Suiza se arriesga a ser etiquetado por la UE como “un país de alto riesgo de lavado de dinero» es apenas una muestra de lo que aquí decimos.

Según una investigación periodística internacional, el banco Credit Suisse mantuvo durante años millonarias cuentas bancarias de personas de todo el mundo vinculadas a diversos delitos. Se destacan patrimonios vinculados a dictadores, violadores de derechos humanos, narcotraficantes y empresarios bajo sanciones.

Pero también han quedado en evidencia maniobras que involucran los estamentos más altos del Vaticano y a líderes mundiales de países con alto poder de respuesta y fuego. ¿Pueden Putin y sus amigos millonarios sentirse fuera del peligro de ser señalados e identificados en sus activos ocultos?.

La respuesta viene acompañada de un claro ejemplo: Roman Abramovich, el todopoderoso dueño de Chelsea de la Premier Ligue y titular de una fortuna personal calculada en U$S 11 mil millones, señalado como uno de los socios más confiables del presidente de la Federación Rusa,  ha aceptado ayudar a Ucrania a negociar una «resolución pacífica» a la invasión.

Y si bien un portavoz ha asegurado que Ucrania se había puesto en contacto con Abramovich durante el pasado fin de semana a través de sus contactos judíos en Ucrania, se sabe ahora que la gestión para involucrarlo en el tema fue a través de una llamada directa del primer ministro británico Boris Johnson quien le previno de la intención de su gobierno de embargar sus bienes en el Reino Unido y solicitar una investigación especial ante la justicia helvética.

Abramovich entendió el mensaje, presionó a Putin y comenzó a mover sus hilos y contactos internacionales. ¿Cuánto más puede faltar para que decenas de millonarios rusos, en las mismas o peores condiciones que el conocido magnate, comiencen a ver al presidente de su país como un potencial enemigo?.

Parafraseando un viejo slogan de la política argentina hoy podría afirmarse que «Putin lo hizo».

Unió a una Europa desunida, revivió liderazgos muertos como el de Emmanuel Macrón, pulverizó históricas neutralidades, puso en riesgo fortunas amigas, sometió a controversia la organización del sistema internacional del poder, demolió el rublo, sacó a su país del sistema financiero internacional, licuó los activos rusos en el mundo entero, aisló a su país del mundo deportivo y cultural...y ni siquiera logró sus objetivos militares.

Poco para un delirio de grandeza y demasiado para un mundo en el que el capitalismo se levanta por sobre principios y derechos básicos de la humanidad.

Aunque duela...una versión demasiado antigua para ser tomada muy en serio.