Nadie puede negar que las medidas que toma el nuevo gobierno suponen un sinceramiento necesario para salir del relato mágico del pasado. Pero..¿a qué costo?, ¿es que la gente no vale nada?.
A todos nos gusta salir a caminar; pero si le pedimos a la abuela que nos acompañe seguramente lo haremos con paso más cansino. ¿Porqué?, porque no hay que ser un genio para entender que su gastado cuerpo no está en condiciones de seguir un paso ágil y constante.
A todos nos gusta viajar; pero si uno de nuestros hijos convalece de una operación quirúrgica postergaremos la fecha de partida. ¿Porqué?, porque no es necesario encandecer de inteligencia para comprender que alguien en ese estado no está en condiciones de viajar y mucho menos disfrutar el viaje.
A todos nos encanta un buen asado en buena compañía; pero si invitamos a nuestra casa a una familia vegetariana , seguramente elegiremos otro menú. ¿Porqué?, porque la mesa debe ser lugar de encuentro y armonía y no terreno de tensiones e incomodidad.
A todos nos gusta que la Argentina crezca, que tenga inversiones, que acepte la realidad y la administre para el progreso, que los capitales se multipliquen en trabajo, este en crecimiento y luego en desarrollo. Pero si tenemos millones de compatriotas que apenas ganan para subsistir, y su pobreza es culpa de decisiones equivocadas que alguien tomó e impuso desde el estado, y sabemos que cualquier cimbronazo en los precios los empuja hacia el abismo y el quedarse sin trabajo los sumerge en él, haremos lo posible para lograr aquellos objetivos pero con el cuidado y la sensibilidad que exigen estas circunstancias.
¿Porqué?…porque todos somos argentinos y además deberíamos ser buenas personas. Y porque además sería aconsejable que fuésemos lo suficientemente inteligentes para saber que la fiera moribunda tira el más violento de las zarpazos antes de morir.
Así no Macri…así no